martes, 21 de diciembre de 2010

En mi rol como Counselor...

Mi compromiso es escucharte.
Darte la cara, mi mirada, mi presencia.
Mis palabras, mis gestos, mis silencios.
Es no renunciar a mi intención de comprenderte.

Mi compromiso es estar aquí, contigo, ahora.
Estar siempre que me necesites y sólo hasta entonces.
No ser tu cárcel ni tu libertad, ni tampoco tu refugio.
Y no permitir que todo esto se transforme en un simulacro.

Mi compromiso es no engañarme, ni dejar que te confundas,
creyendo que puedo hacer por tí, lo que sólo tú puedes hacer.
Es no mentirte ni siquiera para tranquilizarte.
Y decir mi verdad, honesta y claramente, sin dogmatismo.

Mi compromiso es estar de tu lado.
Darte mi experiencia, mi oficio, mi conocimiento,
esa poca sabiduría que pueda haber en mí,
con la única intención de ayudar a que te ayudes.

Mi compromiso es guardar celosamente nuestros secretos.
sean cuales fueran y hablemos de lo que hablemos.
Defender nuestra intimidad como a un gran tesoro.
Respetar tu confianza como algo sagrado.

Mi compromiso es cuidarte sin paternalismo.
Guardarte de mis moldes, de mis juicios y fantasías,
de mis propios miedos y escenas temidas,
y de exponerte a la ofensa o al dolor innecesario.

Mi compromiso es confiar en tu fuerza y saber interior,
en el encuentro significativo de nuestras almas;
aún cuando estés confundido o te sientas vencido,
aún cuando tú mismo no creas en nada, ni puedas confiar.

Mi compromiso es el sincero interés por tu bienestar.
Es acompañarte afectuosamente hasta que, ojalá pronto,
ya no me necesites, y aunque puedas contar conmigo,
te hagas cargo de tí y llenes el cielo con tu propio vuelo.

Alejandro Corbalán
[1994]



* Gracias Ale por prestarme estos versos de intención que inspiran mis acciones.
Un abrazo, Colega!!!

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Etapas...

Como toda floración marchita, y toda juventud
con la edad decae, así florece cada etapa de la vida,
florece cada sabiduría y cada virtud
a su tiempo, y no debe durar eternamente.

El corazón, a cada llamada de la vida,
debe estar presto a la despedida y recomienzo,
para entregarse con valor, sin luto,
a otras nuevas ligazones.

Cada comenzar está lleno de un encanto
que nos protege y nos ayuda a vivir.

Hemos de atravesar alegres espacio tras espacio,
no depender de hogar alguno,
el espíritu del mundo no quiere atarnos ni angostarnos,
quiere levantarnos peldaño tras peldaño, ampliarnos.

Apenas nos aclimatamos a un círculo de vida,
y nos acostumbramos confiadamente, cuando ya amenaza el adormecimiento,
solamente el que está preparado al rompimiento y al viaje puede escapar del paralizador acostumbrarse.

Quizá todavía la hora de la muerte

nos envíe espacios nuevos,
nunca tendrá fin en nosotros la llamada de la vida...
¡Bien, pues, corazón, despiértate y sana

Herman Hesse

lunes, 29 de noviembre de 2010

Uno... íntegro... fusión... comunión...

Era el día ideal. Cielo despejado. Un lindo sol de primavera. Vientos del este – sudeste entre 10 y 12 nudos. Ricas provisiones y buenas compañías. Me fui al río. Icé las velas y me lancé a navegar…

El aire estaba semi – húmedo, por momentos fresco, de a ratos templadito. El viento me daba en la cara. Timón en mano, firme y sensible. Todas las velas desplegadas. El cuerpo acompasando las olas. Respiraba hondo sin piedras en el camino. Mi ojo derecho semi – cerrado para protegerme del reflejo del sol en el agua. La proa del barco abría las olas como agudo bisturí en manos de un meticuloso cirujano.

Y no pensé…

No reflexioné…

No controlé nada…

No me preocupé por el futuro…

No recordé el pasado…

Estaba todo… ahí…

Uno con el viento…
Uno con el agua…
Uno con las olas…
Uno con el barco…
Uno con el sol…
Uno con el cosmos…
Uno conmigo mismo…

Fusionado…
En comunión…

No tengo moralejas… no saqué nada en limpio… porque todo era limpio…

Experiencia donde desaparecés y te encontrás plenamente…

Nada… todo… lo comparto… no hice otra cosa que navegar...

domingo, 7 de noviembre de 2010

¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?

Hace unos días, un amigo, me prestó esta pregunta. Y me quedó dando vueltas. Y no me la puedo sacar de encima. Y me molesta un poco.

Recordé que la semana pasada había aprendido a hacer puré de manzana... que por cierto, me salió muy rico...

Pero me quedé pensando en cuántas cosas hago por rutina y repetición. Cuántas cosas ya son viejas y responden a otro tiempo. ¿Qué atrayente es la comodidad? ¿Hay espacio para lo nuevo?

La pregunta me incomoda mucho y me saca del equilibrio. Me propone tirar el pan viejo de ayer y amasar cada día uno nuevo. Esta pregunta me hace despertar la iniciativa. Desafía mi creatividad. Cierta audacia tengo que poner en juego. Lo nuevo a veces nos genera miedo, incertidumbre, y en algunos casos, angustia.

La repetición y la rutina te dan cierta seguridad pero siento que así nos vamos muriendo de a poco. Si no me acuerdo cuando fue la última vez... que hice algo por primera vez... es porque, de algún modo, he dejado de crecer.

La decisión de crecer conlleva un riesgo. Crecer de modo constante es para los valientes, los generosos, los libres, los desapegados, para aquellos cuyo ego no está en juego cada vez que sueltan lo atesorado.

Hacer algo nuevo o por primera vez te pone ante la vida como aprendiz. Ser sabio es nunca perder la conciencia de que no se sabe nada, o bastante poco como para arrogarse el título de tal. Es nunca perder la genuina ingenuidad de la sorpresa, es quedar un poco vulnerable, es ser persevante en la búsqueda con la conciencia de que lo encontrado será precario, provisorio, fresco, y que alcanzará sólo para hoy.

Los que intentan por primera vez se lanzan a la insistente exploración de lo desconocido, hacia nuevos horizontes, por caminos no recorridos, renovando su pensamiento, con un registro más amplio de sus emociones...

Te presto la pregunta. No la quiero guardar sólo para mí... para nacer no hay que pedir permiso... en este caso, es una decisión personal.

miércoles, 20 de octubre de 2010

La música que calma a las fieras…


No puedo dejar de reconocer el impacto que la música genera en mí. No sólo la instrumental sino también aquellas que poseen una lírica, que según el momento vital en el que me encuentre, me resultan más o menos inspiradoras.

La música me trae experiencias del pasado, sensaciones, olores, caras, emociones, concepciones de la vida, creencias… amores, desamores, ilusiones, desencantos, risas, llantos, vacíos, plenitudes, serenidad, alteración, claridad, confusión… para cada palabra tengo una canción…

La música también me proyecta al futuro, me inspira, me expande, me propone nuevos horizontes, me invita a salir de lo conocido, me abre posibilidades que hasta el momento no las había considerado, me renueva la fuerza para seguir, me acerca caminos aún no transitados, me dibuja sonrisas por cosas que aún no han sucedido…

La música describe mi presente. Le pone melodía a mis ideas, despliega acordes armónicos y disonantes, le pone nombre a mis emociones, me ayuda a comprenderme, a aceptarme, a perdonarme. La música me hace compañía, atraviesa recovecos recónditos, sondea abismos desconocidos, derrite los glaciares del alma, va puliendo aristas cortantes, la música tiene una enorme capacidad de contarme con agudeza aquello que late en mi alma.

La música cura mis heridas, las abraza, las acaricia como una suave brisa de verano.

La música me hace recuperar mi eje. Me devuelve a mi foco primordial.

La música es aliento vital que me libera de la angustia y me hace respirar profundamente.

lunes, 4 de octubre de 2010

Una muy buena idea... suscribo!

http://www.educacionprohibida.com.ar/Es/index.html

jueves, 23 de septiembre de 2010

Ponele nombre a los motivadores

La fuerza erosiva del mar es impresionante. Siempre me han llamado la atención los acantilados. El golpe constante del mar sobre ellos recorta, dibuja, moldea, desgasta, pule…

¿Cómo un elemento tan poco consistente es capaz de vulnerar las rocas graníticas ancestrales? La respuesta es una sola: por su insistencia.

Por su insistencia, la gota horada la piedra.

Esta analogía me parece útil para ilustrar una dinámica que ayuda a profundizar ciertos temas.

Si le hacés la misma pregunta a una persona 10 veces, probablemente conteste de manera diferente, tanto porque cambió el contenido, o porque amplió sus argumentos, o porque cambió el tono de voz, o se modificó su semblante, o porque apareció otra emoción. Si atendemos a los detalles nos daremos cuenta que las respuestas son diferentes.

Pienso que la repetición insistente de la pregunta tiene un poder similar al de nuestra pequeña gota de agua de mar.

Alguna vez leí por ahí que la palabra es más penetrante que espada de doble filo, y penetra hasta donde se dividen el alma y el espíritu, los huesos y los tuétanos, haciendo un discernimiento de los deseos y los pensamientos más íntimos. No hay criatura a la que su luz no pueda penetrar; todo queda desnudo y al descubierto…

Cuando una pregunta fue gestada en lo más hondo y genuino de una persona, penetra, perfora, erosiona todas las defensas y pone al descubierto lo verdadero de aquel que la escucha, la recibe y le brinda alojamiento.

En el proceso de autoconocimiento esta dinámica puede ayudarme a clarificar, conocer, profundizar, registrar, motivaciones que no hemos verbalizado aún.

Es un ejercicio para hacer durante 7 siete días. Tomás tu cuaderno de Bitácora y anotás en ella alguna pregunta de esas que llamamos “existenciales”. Anotá las primeras respuestas que espontáneamente surjan. Dejalas descansar y al día siguiente volvé sobre la pregunta. Así, durante 7 días. Te sorprenderás la cantidad de matices que aparecen. No filtres. No juzgues. Dejá que la pregunta siga golpeando el acantilado. Al cabo de siete días tendrás un mosaico de respuestas muy interesantes que te aportarán colores nuevos de vos mismo.

Podemos empezar por esta… ¿Para qué te levantás cada mañana?...

martes, 7 de septiembre de 2010

¿Podrías decir que tu historia es apasionante?

Llego a esta etapa de mi vida rico en experiencias. Innumerables hechos significativos han hecho de mi lo que soy. Pero, más aún, lo que ha hecho que sea lo que soy es la simbolización que hice de esos acontecimientos. Es el sentido vital que descubrí, que yo mismo armé, que escuché de personas referentes, el modo en que elegí interpretarlos; fue la palabra que atravesó el acontecimiento dándole la luz necesaria la que me permitió caminar, seguir, luchar, conseguir, claudicar, elegir, retomar, refrescar, abandonar, desviar, crecer...

Lo que hace que sea esto que soy, no es sólo el acontecimiento vivido sino, junto con él, la interpretación que hice del mismo. Así se fue formando mi cultura, mis creencias, la apropiación de valores, la creación de paradigmas, el seguimiento de modelos, un prisma desde el cual empecé a mirar las cosas y declararlas como “la realidad”, mi realidad. No tengo la verdad sino mi verdad sobre lo que he vivido.

Los hechos del pasado no podemos cambiarlos, sucedieron. Ya está. Lo que si se puede modificar, enriquecer, y profundizar es la simbolización que hicimos de ellos. Y eso nos puede cambiar la vida.

Puede ser, en el mejor de los casos, un camino de mucha liberación interior.

Algunos deciden revisar la propia historia para comprenderse, para aceptarse, para quererse más y mejor, para reconciliar, para sanar heridas, para simbolizar lo que no fue simbolizado, para nombrar lo que quedó sin palabras, para soltar, para vivir más en paz con uno mismo y salir más libre hacia el futuro.

Hay hechos que por su intensidad provocaron reacciones muy desde adentro. La vida ya no la encaré de la misma manera. Ante estos hechos muchas veces nos decimos a nosotros mismos como queremos vivir y hacemos opciones muy de fondo.


Si quisieras emprender este viaje te propongo lo siguiente:

Te pido que recorras el camino de tu vida y te quedes dónde aparecen algunos de estos hechos significativos. Volvé a ubicarte en ese lugar, identificate con la edad que tenías, visualizá la situación, qué fue lo que pasó, cómo te sentiste, y qué emergió como opción en vos. No intentes encontrar cosas elaboradas y reflexionadas, sino signos de algo que cambió muy desde adentro. Te puede ayudar el imaginarte ahora un diálogo con vos mismo entre quién sos actualmente y el que eras. Tratá de percibir como te sentís con las opciones que fuiste haciendo y te marcaron para el futuro.

Anotá todo en un cuaderno...

lunes, 23 de agosto de 2010

¡Nos sobran los motivos!

Me gusta ver en la gente sus expresiones de la cara. Muchas veces camino cerca de la estación de tren y presto especial atención a eso. Me impresiona ver que muchas de las expresiones son rígidas, duras, preocupadas, con el ceño fruncido, de enojo, fugaces, de desconfianza, concentradas resolviendo quien sabe qué enigma de su vida, miradas tristes sin rumbo y sin puerto donde hacerla descansar. Y así van… y así vamos, cada uno con la cara que puede llevar, con la expresión que a veces dice tanto pero tanto más esconde.

A mí me ayuda a tomar conciencia de la expresión que en cada momento llevo en mi rostro. Sin lugar a duda, el darme cuenta de eso me permite elegir que cara quiero poner.

Hago muecas para estirar los músculos. A veces los tengo duros, rígidos, poco elásticos. Los ejercito y los acomodo. Los despierto. Me asombro de su versatilidad. Los oxigeno. Les propongo más vida. Y les aseguro que con esta sencilla gimnasia facial el semblante se transforma.

Como una sorpresa, irrumpe una emoción diferente que acompaña ese nuevo semblante. Si elijo una cara alegre, risueña, por ejemplo, aparecen en mi cabeza recuerdos, razones, motivos, imágenes, que respaldan la risa y la alegría.

Me maravilla la conexión que hay entre mis pensamientos, mis emociones y mi cuerpo. Como un sistema articulado, como vasos comunicantes, como una conexión en red, como una piedra arrojada a un estanque, como una pluma que roza mi piel.

Todo lo que siento se refleja en mi cuerpo, todo lo que pienso me despierta una emoción. Pensamientos, emociones, postura del cuerpo están en permanente conversación.

Quisiera estar más atento a esto. Escuchar más a mi cuerpo. Dialogar más con mis emociones. Detectar los pensamientos que me atraviesan. De esta manera podré saber qué me pasa y elegir qué hacer con eso.

Les dejo un ejercicio muy sencillo pero de enorme valor para el autoconocimiento.

1. ¿Cuáles son los pensamientos que prevalecen en mí?
2. ¿Qué emociones me despiertan?
3. ¿Cómo se pone mi cuerpo cuando ellas me visitan?
4. ¿Qué comportamientos adopto frente a esto?
5. ¿Qué impacto genero en mi entorno con estos comportamientos?

Si pueden registrarlo en un cuaderno de Bitácora les será de mucha utilidad para elegir que hacer en el aquí y ahora, para comprender la propia historia y desarrollar para el futuro, una mejor versión de sí mismos.

martes, 27 de julio de 2010

Para aquellos que quieran vivir de modo más creativo

Hoy desperté con ganas de desarrollar la creatividad en la gente común. Si bien, realizo esto a través de los talleres que doy en las empresas, me resulta muy estimulador poder realizar esta experiencia con gente común; el padre de un adolescente, una ama de casa, un joven profesional, una abuela, un artista, un médico, un músico o una modista.
Estoy cada vez más convencido que la creatividad es nuestra propia naturaleza. Creo en un Creador y Creo que somos a su imagen, creo, entonces, que somos de tal palo, tal astilla. Del Creador nacimos creativos.

Hay un montón de mitos acerca de quienes son los creativos. Hay innumerables excusas para sacarme de la lista de aquellos, y mucho pero mucho miedo de descubrir el inagotable manantial creativo que llevamos dentro.

Me gustaría armar un taller. Realizar entre 8 y 12 encuentros. Que sean una experiencia. No quiero discursos teóricos. Quiero lograr que cada participante se conecte con su potencial creativo. Quiero que practiquen, que ejerciten. Imagino un grupo de 8 a 10 personas. Creo que de esa manera podría brindar un acompañamiento personalizado. Quiero desafiarlos a explorar, a ampliar sus horizontes, a probar cosas nuevas, a salir de su zona conocida, que descubran la sintonía con uno mismo y con el universo.

Encontraremos dificultades, resistencias, jueces internos implacables, voces internas que nos impulsarán a abandonar el camino... si, ya los conozco, pero quiero que encuentren maneras creativas de burlar esos límites y reírse de ellos. Que puedan mostrarle a los enemigos internos que hay dentro de cada uno, un maravilloso artista que por ahora duerme... pero que cuando despierte... les mostrará cosas fascinantes, increibles, imposibles, porque aunque sean ateos o agnósticos, se habrán conectado con la energía más pura del Creador.

Dice Brenda Ueland: ¿Por qué habríamos de usar nuestro poder creativo? Porque no hay otra cosa que haga a la gente más feliz, generosa, vivaz y audaz...

martes, 20 de julio de 2010

Gracias totales!!!


Hay gente que con solo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales;
que con solo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.

Hay gente que con solo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas;
que con solo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entrecasa.

Hay gente que con solo abrir la boca
llega a todos los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños;
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después, como si nada.

Y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria
pues sabe que a la vuelta de la esquina
hay gente que es así, tan necesaria.

Hamlet Lima Quintana,

jueves, 15 de julio de 2010

Del hombre de Neardental al homo emotionis

En muchas ocasiones me descubrí entendiendo las cosas, comprendiendo lo que sucedía. Me doy cuenta que mi abordaje a la realidad se da por medio del proceso cognitivo. Leo, estudio, veo, escucho y digo… ya entendí. Me cae la ficha de la comprensión y se me hace la luz.

Pero eso es sólo una parte. Una pequeña parte.

Cuando quiero poner en práctica aquello que entendí no siempre obtengo buenos resultados. Y digo, ¡Pero, si lo sabía!

Cuando entiendo que tengo que tomar tal o cual decisión, por ejemplo, a la hora de ejecutarla, me invaden muchos sentimientos y emociones. El miedo, la tensión, la angustia, la inseguridad, la duda, el vértigo. Esas emociones retrasan la toma de esta decisión.

Cuando entiendo qué es lo que le pasa a esa persona, armo mi charla de acuerdo a lo que quiero decirle. Pero al momento de estar cara a cara, se me cruzan mil otros pensamientos, y un torbellino de emociones que hacen que mis líneas aparezcan sinuosas en el papel de mi memoria.

Y cuando tenés que hablar con tu jefe para plantearle una necesidad que para vos es fundamental…
Y cuando tenés que enfrentar a tus viejos para decirles que no querés ser abogado como tu abuelo, tu padre y tus tíos…
Y cuando tenés que contar algo que realmente te avergüenza pero necesitás hacerlo para liberarte de ese peso…
Y cuanto tenés que decirle a tu pareja que no te sentís valorado o tenido en cuenta…
Y cuando es importante llorar delante de tus hijos…
Y cuando querés decirle a alguien que lo amás profundamente y te ahogás…
Y cuando…

Una cosa es entender y saber lo que hay que hacer, y otra cosa es desarrollar la capacidad para accionar asertivamente. Aquí es donde toman cuerpo las habilidades emocionales. ¡Qué importante sería desarrollar estas habilidades para tenerlas como aliadas, confidentes, amigas y compañeras; y no, como enemigas de mí mismo! ¿No?

La capacidad de tolerar la frustración, tolerar la incertidumbre, convivir con cuestiones abiertas, aceptar y tolerar las tensiones, tienen que ver más con las habilidades emocionales que con las intelectivas.

Cada vez me doy más cuenta de la importante de desarrollar las diversas inteligencias. No sólo la cognitiva, tan trabajada que la tengo, sino también, la inteligencia emocional, la artística, la lingüística, la social, la capacidad de gestionar relaciones, la de expresar sentimientos, la inteligencia para autoconocerse, la habilidad de empatizar, entre otras.

Nos ha crecido mucho la cabeza. Se ha desarrollado poco el corazón. La emoción es una fuerza vital que lleva a la acción. Taparla, nos quita fuerza. Nos perdemos de la rica información que nos traen del fondo de nuestro ser. Por el miedo a perder el control, nos sentamos encima de ellas para que nos salgan. Terminamos exhaustos y no sabemos porqué.

Me gusta pensarme y cada vez más, me gusta sentirme… hay una enorme riqueza que aún no he descubierto. La quiero soltar, liberar, darle permiso para expandirse plenamente.




La idea de este título surgió en una charla con un navegante amigo de San Pedro.

lunes, 28 de junio de 2010

No soy lo que hago...

Hay una distinción conceptual que me ayudó mucho para entender a los otros y a entenderme a mí mismo. “No soy lo que hago”. Saber esto me ha ahorrado innumerables enojos, angustias, resentimientos, frustraciones, insatisfacciones, y varios sentimientos más, que en ocasiones me habitaban, y me hacían pasarla muy, pero muy mal.

Cualquier error en lo que hacía lo interpretaba, directamente, como una falencia de mi propio ser. Cuando era criticado por lo que hacía o decía sentía que toda mi persona era amenazada bajo la condena de opiniones, de juicios, y de sentencias de todo tipo, grupo y factor.

Algunas experiencias me han enseñado que lo que digo es apenas algo de lo que soy y lo que hago es una pequeña expresión de mi ser interior. Y he aprendido que los juicios ajenos, sentencias y condenas hablan más de aquellos que las pronuncian que de la persona a quien se dirigen.

Un enorme sentido de libertad me inunda cuando logro hacer esta distinción. Puedo criticar lo que hago y corregir mis acciones. Puedo reírme de mis errores, hacerme cargo, pedir disculpas siempre dejando a salvo el valor como persona. De esta manera puedo mejorar, crecer, desarrollarme, ofrecer mi mejor versión sin que mi estima se vea maltratada, vapuleada o sacudida.

Mis palabras dicen algo de mí. Pero ocultan más de lo que revelan.
Mis acciones dicen algo de lo que soy, pero nadie puede llegar a la profundidad de la cual brotan.
Mis ideas dicen algo de mí…
Mis emociones revelan algo de mi mundo interno…

Pero siempre queda protegido, cuidado, a salvo, el sagrado misterio de lo que cada uno es…

miércoles, 9 de junio de 2010

Cuando el alma de sabe inconquistable

Desde la noche que sobre mi se cierne,
negra como su insondable abismo,
agradezco a los dioses que existan
por mi alma inconquistable.

Caído en las garras de la circunstancia
no he pestañeado ni llorado,
bajo los golpes que me echó la suerte
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.

Más allá de este lugar de lágrimas e ira
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

No importa cuan estrecha sea la puerta,
cuan cargada de castigo la sentencia,
soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.


Este poema lo conocí a través de la Película Invictus. Leí acerca de su autor y me impactó su vida, me inspiró, también, enterarme que Nelson Mandela se lo recitaba a sí mismo en aquellos años tremendos de cautiverio.

No soy Henley ni Mandela pero no deja de ser valioso el camino que este poema viene haciendo en mí.

Los hombres y las mujeres tenemos noches negras de insondable abismo. No las podemos evitar; nos resistimos, las negamos, nos enojamos, nos revelamos, rara vez las aceptamos, y en muy pocas ocasiones las transformamos en sabiduría de vida. Admiro a aquellos que las pueden agradecer como si fueran experiencias de transformación en las cuales uno ya no es el mismo después de haberlas atravesado.

Valoro inmensamente a aquellos que consideran a la noche como una aliada en el proceso de autoconocimiento y desarrollo personal. Esas personas dejan de tener miedo, le pierden el miedo a su propia interioridad. Salga el monstruo que salga detrás de las murallas del alma o de los abismos del corazón.

El corazón permanece inquebrantable. Aunque la carga sea pesada y la puerta muy estrecha podemos elegir como vivir las circunstancias que la vida nos ofrece. Siempre hay espacio para la decisión personal. Eso es lo que creo. Algo de esto significa ser líder de uno mismo, auto – liderarse.

Se dice que: "el arte de ser líder" es el "arte de ser uno mismo". El arte, en consecuencia, está relacionado con la belleza; y así como la belleza no se puede definir con facilidad, aunque se la "distingue" cuando se la contempla; así es el liderazgo de uno mismo.

Cuando nos lideramos a nosotros mismos estamos manejando las herramientas del conocimiento de SI. Somos aquellos seres humanos que han decidido acompañarse a SI mismos y de "hacerse cargo de nuestro propio ser". Esa belleza que emana como una luz interior se expande hacia fuera, mostrando su plenitud, su simpleza y su creatividad en el "encuentro diario" con uno mismo, con los demás y con el mundo.

Pase lo que pase, venga lo que venga, soy el amo de mi destino; soy el capitán de mi alma.



William Ernest Henley ha pasado a la historia de la literatura inglesa como poeta, y esencialmente por ser el autor de un poema incluido en el que fue su último libro, In Hospital, publicado en el mismo año de su muerte, ocurrida cerca de Londres en 1903. El poema se titula “Invictus” (escrito en el año 1875), y es el poema que Nelson Mandela se recitaba a sí mismo cuando llegaban los momentos peores a lo largo de su terrible cautiverio en prisiones sudafricanas por su lucha contra el racismo y el apartheid.

viernes, 28 de mayo de 2010

Cuando las cosas no salen como yo esperaba…

Siempre que voy a hacer un trámite me falta un papel. El comprobante de pago del cuarto trimestre de hace dos años. Que la cuenta del banco no puede operar con cheques cruzados no a la orden. Que la nueva resolución impositiva te exige tal o cual requisito. Que se cayó el sistema justo el día de vencimiento. Y así… ustedes tendrán un rosario interminable de situaciones.

Pero, el punto no es hablar de trámites burocráticos sino del sentimiento de frustración que me invade cuando las cosas no salen como yo esperaba.

Cuando no recibo la respuesta que busco, cuando no alcanzo el objetivo que me propuse, cuando no logro dar en el clavo en la resolución de un conflicto, cuando me equivoco o se equivocan y salgo perjudicado, cuando no se abre tal o cual puerta para mi crecimiento…

Me enojo. Me frustro. Me amargo. Y a veces… no se qué hacer…

"Enquistarse en la soledad y la frustración, quejarse constantemente y continuamente de las desdichas y tragedias que nos acosan y no hacer absolutamente nada para modificar aquellas situaciones que nos angustian es un camino certero y seguro hacia la depresión.
Camino, por supuesto, que es recorrido a solas…"
Eric Fromm (psicoanalista y pensador alemán).


La frustración es el sentimiento que surge cuando no logramos nuestros deseos.
De acuerdo a la intensidad de la frustración y a nuestras propias características personales, reaccionamos con molestia, ansiedad, depresión, angustia, enojo, etc.

La base del problema no está en el dolor y la frustración que vivimos, sino en nuestra actitud ante ellos.

Actuamos como si el malestar y el sufrimiento pudieran acabar con nosotros. Y creemos que estas emociones no deben de ser parte de nuestra vida.

Tolerar la frustración significa poder enfrentar los problemas y limitaciones que tenemos a lo largo de la vida, a pesar de las molestias o incomodidades que nos causan.

La baja tolerancia a la frustración está relacionada con dos elementos:

1) Una percepción equivocada y exagerada de la situación que estamos viviendo.

2) La creencia de que es horrible vivir el malestar y no lo podemos ni queremos aguantar.

La poca tolerancia a la frustración provoca que, ante cualquier incomodidad, nos desmotivemos y abandonemos nuestras metas y proyectos. Que nuestros deseos pierdan importancia.

Esta falta de tolerancia está relacionada con las creencias que implican que mi vida debe de ser fácil, cómoda y placentera todo el tiempo.
Que es horrible e intolerable sufrir cualquier molestia que va más allá de cierto nivel de intensidad o de duración.

Creencias definitivamente erróneas, que nos impiden disfrutar de una gran parte de la vida.

¿Qué ideas y creencias me están atravesando y son las que me provocan frustración?

Nosotros elegimos el tipo de pensamientos que queremos tener, la conclusión a la que queremos llegar y, por lo tanto, la emoción que nos va a invadir.

Estoy convencido que la tolerancia a la frustración se puede desarrollar y podemos encontrar modos nuevos y creativos de enfrentar la realidad.


* Algunos textos son de Silvia Russek y el resto son míos.

jueves, 29 de abril de 2010

No encuentro las palabras ni distingo las emociones… ¿Estoy en el horno?

Y ¿Vos cómo estás? Hmm, bien… que se yo… no sé… Ante esta pregunta no siempre tengo una respuesta satisfactoria. A veces porque no logro tomar contacto con mis emociones y otras veces porque no encuentro las palabras para expresarlas. No siempre tengo claridad meridiana para saber exactamente qué emoción me está atravesando.

Impotencia y frustración me inundan cuando esto me sucede.

Hay quienes parecen incapaces de expresar verbalmente las emociones, debido a la dificultad que tienen para identificar, entender o describir lo que sienten.

Cuántas veces dijimos: "No tengo palabras", "me siento extraño", "tengo un nudo en la panza", "se me cierra la garganta", "me falta el aire", "no sé qué me pasa" o, simplemente, no nos dimos por enterados de que dentro de nosotros se estaba librando una batalla. Esas palabras que no llegan, esos sentimientos que no reconocemos, son pasajes de ida a un mundo donde reinan la confusión, la insatisfacción, las apariencias.

Es que la alexitimia se presenta como una perturbación cognitivo-afectiva. En otras palabras, una dificultad para diferenciar las sensaciones corporales de los sentimientos.

No es que la persona no tenga afectos sino que no puede distinguir matices o intensidades. No es que uno sea limitado en su vocabulario; ocurre que las palabras no aparecen a la hora de hablar de todo o, al menos, de "algo" de lo que nos pasa.

Imaginemos un volcán. Si la montaña tuviera posibilidades de decir: "Estoy enojada, muy enojada; no quiero esto para mí pero... allá va mi enojo", mucho más leve sería la erupción. Quien no reconoce lo que siente o le faltan las palabras para explicarlo, será muy posible que caiga en "erupciones" como expresiones de conflicto.

Los alexitímicos suelen convertirse en personas agresivas con el entorno, pero fundamentalmente consigo mismas. Lo que no se expresa hacia fuera… estalla hacia adentro. Dolor de cabeza, garganta, pecho cerrado, úlcera, gastritis son algunas de las consecuencias corporales de la alexitimia.

El cuerpo habla, grita, llora, gime…

Para una terapia eficaz habrá que encontrar caminos que nos permitan llegar adonde conviven el afecto y la palabra.
Se me viene la imagen de un descenso hacia las profundidades de uno mismo. Habitar el propio templo sagrado donde laten y vibran las cosas más valiosas de uno mismo.

El psiquiatra chileno Fernando Lolas subraya en la obra de Sivak y Wiater que "el sistema verbal es un constituyente esencial del afecto, tanto en sus dimensiones conscientes como en las inconscientes". El ser humano necesita verbalizar sus sentimientos y emociones, convertir en palabra y en diálogo sus afectos. "El diálogo es con uno mismo, con los otros, con el pasado, con el futuro", dice Lolas.

El diálogo es la concreción, la puesta en acto de las emociones. Primero uno conoce, reconoce, identifica; luego lo representa, lo simboliza, le pone palabras. Por esto, médicos y terapeutas deben enseñarle al paciente a descubrir las conexiones que existen entre sus reacciones físicas y sus afectos. Y para que esto sea posible, habrá que ofrecerle nuevas herramientas y recursos para ganar en flexibilidad e imaginación.


*Algunos textos son míos y otros de un artículo del diario La Nación.

viernes, 23 de abril de 2010

Más cerca... más lejos...


En el devenir de nuestra vida establecemos prioridades según nuestras creencias y valores. En la medida que podemos, le damos a esas prioridades, un tiempo, un lugar, una forma. No siempre comunicamos de manera explícita cuales son nuestras prioridades, pero de hecho las podemos identificar.

Hasta aquí, todo muy lindo.

El año empieza a correr y nos subimos al tren. Ponemos piloto automático y en diciembre decimos: ¡Cómo se fue el año!

Mientras todo vaya más o menos bien no nos preocupamos. Pero algo, de a poco, se va enfriando, lo dejamos de alimentar, las urgencias dirigen nuestras vidas, y por miedo a quedar mal, nos vamos olvidando de la importancia de nuestras creencias y valores.

Las urgencias ocupan más tiempo que las cosas importantes.


¿Por qué respondo a una urgencia antes que a una cosa importante?

- Porque no se decir que no
- Porque van a pensar mal de mí
- Mi imagen se ve amenazada y quiero conservarla intacta y en alza
- Porque no tolero la frustración
- Porque me hago cargo de cosas que le corresponden a otros
- Porque soy tremendamente autoexigente
- Porque reflexionar cómo vivo es encontrarme con una verdad que me asusta

Parece que muchos de nosotros nos empezamos a ocupar de algo cuando percibimos que está bajo amenaza. Esta conclusión a la que llego puede ser perfectamente rebatida, es opinable, pero no por eso, dejaré de compartirla.

En algún momento… lo importante empieza a hacernos reclamos en la ventanilla de atención al cliente…

- Me ocupé de las cosas de mis hijos… pero no de mis hijos
- Me ocupé de mi trabajo para darle todo a mis hijos que los terminan educando todos menos yo porque no estoy nunca.
- Me acordé de escuchar a todos pero dejé de escucharme en lo profundo del corazón.
- No recuerdo la última charla íntima con mi gran amigo
- Respondí a las necesidades de todos y desatendí totalmente las mías.
- Ah! ¿Y mi pareja?
- Dejé todo lo que me hacía bien…
- … sigan enumerando…

Citando a un notable poeta y canta autor, él se preguntaba: “¿Acaso no estamos viviendo de un modo equivocado los días que no tocaron en suerte?”

Se me ocurre formular la pregunta de otra manera y en sentido positivo:

¿Cuán cerca estás de aquello que soñaste para vos?

lunes, 12 de abril de 2010

Leven anclas!!!

La mayoría de nosotros, los navegantes, soñamos alguna vez con ser piratas. Existen mares de tinta derramados en los relatos épicos, románticos, dramáticos, aventureros y supersticiosos de los piratas y corsarios.
Crecí bajo las leyendas del pirata Sandokán, Capitán Blood con Errol Flynn, El Halcón de los Mares, el Corsario Negro hasta Jack Sparrow en nuestros días.

Todos estos personajes fueron alimentando mi “pasión irrefrenable por el mar”.

Un símbolo que aparece en Piratas del Caribe, es la curiosa brújula del capitán Jack Sparrow. La curiosidad radica en que esta brújula no apunta al norte como todas sino que apunta a tus deseos. Este símbolo me dejó pensando.

¡Qué bueno tener una brújula que apunta a tus deseos!

Ante la pregunta: ¿Qué es lo que quiero? Miraríamos la brújula y emprenderíamos el viaje hacia ellos. Simple. Cuando un navegante encuentra su rumbo, dirige el timón hacia allá, orienta las velas según el viento, y compromete a toda su tripulación para alcanzar el objetivo.

Al momento de establecer la analogía con la vida descubro que no siempre tengo claro qué es lo que quiero. No siempre mis deseos se me manifiestan con claridad. A veces no sé como declararlos, nombrarlos, discernirlos, identificarlos, etc.

A veces los detecto. Tomo contacto con ellos. ¿Y qué pasa? No me animo a sacar mi barco del puerto, soltar todas las velas y largarme al mar. El barco está seguro en el puerto. Pero… los barcos están hechos para navegar y no para quedar amarrados y anclados. ¡Algunos barcos ni siquiera han ingresado al agua!

Imaginen un barco que va sin rumbo, un capitán desconcertado y una tripulación que empieza a dudar de sí misma y de su líder. ¡Caos total!

Existe una manera de tomar contacto con los profundos deseos del corazón: desarrollar la inteligencia emocional.

Una persona emocionalmente inteligente:

• Desarrolla habilidades tales como ser capaz de motivarse y persistir frente a decepciones; controla el impulso y demora las gratificaciones, regula el humor y evitar que los trastornos disminuyan la capacidad de pensar; mostrar empatía y abrigar esperanzas.

• Gran parte de las pruebas muestran que las personas emocionalmente expertas – las que conocen y manejan bien sus sentimientos e interpretan y se enfrentan con eficacia a los sentimientos de los demás – cuentan con ventajas en cualquier aspectos de la vida, ya sea en las relaciones amorosas íntimas, o en elegir las reglas tácitas que gobiernan el éxito.

• Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas también tienen más probabilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en la vida; y de dominar los hábitos mentales que favorezcan su propia productividad.

• Las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad.


• La frase del oráculo de Delfos; confirma esta piedra angular de la inteligencia emocional: la conciencia de los propios sentimientos en el momento en que se experimentan.

• Conciencia de uno mismo (self awareness) una atención progresiva a los propios estados internos.

Se puede empezar por acá.

Los invito a soltar amarras, levantar el ancla, desplegar las velas…

¡Vayan por aquello que desean!

miércoles, 31 de marzo de 2010

Ser digno de ser

En los años que llevo de acompañamiento a las personas en sus procesos vitales hay un tema que siempre aparece en la conversación: el esfuerzo que hacen para demostrar cuán valiosos son como personas.
Esfuerzo que muchas veces los lleva a apartarse de su propio centro. Los aleja de su fuente interior. Se agotan. Se autodestruyen. Quedan vacíos. Se traicionan. Pagan un alto precio por demostrar algo que no tiene precio.

Al no percibirse como dignos de ser buscan la dignidad en el hacer. Tratan de justificar su existencia haciendo, produciendo, generando, batiendo records, haciendo alarde, en definitiva, buscando afuera lo que adentro no late ni resuena.

Así es como la propia estima busca fortaleza en cosas muy efímeras. Cosas que duran un instante y se escurren entre las manos. La persona siente el abismo y el vacío porque en todo momento está en juego su valor como persona, como padre o madre, como esposo, como profesional, como amigo. Todo el tiempo se está rindiendo examen.

¡Cuánta tensión! ¡Cuánta insatisfacción!

Nada nos llena. Ni los reconocimientos ni los aplausos…

¿Cómo iniciar un camino de auto validación, de auto valoración?

Lo que les puedo asegurar es que si lo hacen, se les notará en la cara algún destello de paz interior…

miércoles, 17 de marzo de 2010

La condición humana

Sé paciente con todo lo que aún
no está resuelto en tu corazón…

Trata de amar tus propias dudas…

No busques las respuestas que no se pueden dar,
Porque no serías capaz de soportarlas.
Lo importante es vivirlo todo.

Vive ahora las preguntas.
Tal vez así, poco a poco,
sin darte cuenta,
puedas algún día vivir las respuestas.

Rainer María Rilke


Preferimos las preguntas que quedan abiertas a las respuestas tranquilizadoras.

Preferimos caminar solos a tener que adaptar nuestro paso para caminar juntos.

Preferimos la seguridad de lo controlado a la apertura a lo desconocido.

Preferimos encerrarnos en nuestras ideas a escuchar lo distinto.

Preferimos la tranquilidad de los iguales a convivir con lo diverso.

Preferimos autenticidad con lo que sentíamos a negarlo frente a nosotros mismos.

Preferimos el riesgo de la propia elección a la seguridad de lo preestablecido.

Preferimos confiar a aislarme en el propio castillo.

Preferimos exponernos a guardarnos.

Preferimos asumir las consecuencias de las propias elecciones a responsabilizar a otros.

Preferimos ser víctima a pararnos en los propios pies.

Preferimos animarnos a caminar a las ataduras de los miedos.

Preferimos enfrentar que callar los conflictos.

Preferimos construir un personaje a escuchar nuestra verdad.

Preferimos encerrarnos en nuestras necesidades a animarnos a experimentar la entrega.

Preferimos poner la mirada en el otro a quedarnos mirando el propio ombligo.

Preferimos copiar la vida de otro y no vivir la propia.

Preferimos vagar según el viento que arraigar en el compromiso.

Preferimos quedarnos en el dolor por lo no alcanzado a valorar lo recorrido.

Preferimos vivir desde la cabeza a tener que aceptar mis sentimientos o necesidades.

Preferimos ponernos a distancia a tener que experimentar la tensión de los vínculos.

Preferimos callar la vida a escuchar sus gritos de expansión…

lunes, 15 de marzo de 2010

El autoconocimiento como fuente de libertad

Les comparto este texto que me deja pensando mucho…

Epicteto nació en Hierápolis el año 50 d.C. era esclavo, y su amo lo maltrató hasta el punto de dejarlo rengo. Fue llevado a Roma como esclavo y allí estuvo al servicio de Epafrodito, un liberto de Nerón, que lo trató de forma inhumana.

Con él aprendió Epicteto que alguien que ha sido herido por otro, sigue hiriendo. Como esclavo que había sido, Epafrodito hubiera podido compadecerse de la suerte de Epicteto. Pero sucedió exactamente lo contrario. Pues al no haber asimilado sus heridas, las traspasó.

He aquí una ley fundamental que la psicología actual describe una y otra vez. Las heridas no asimiladas nos condenan a herirnos a nosotros mismos o a herir a los demás. Si no herimos a los demás, entonces nos herimos a nosotros mismos, bien autocastigándonos, bien minusvalorándonos, bien incluso automutilándonos.

Algunas actitudes, pensamientos, palabras, enfermedades, dan la impresión de ser una especie de autocastigo, donde el rechazo que se experimentó de niño se transforma en ellas en rechazo y odio hacia uno mismo.

El camino hacia la libertad interior.

Epicteto asimiló sus heridas. En efecto, toda su filosofía se mueve en torno a la pregunta de cómo el hombre puede ser libre frente a las heridas que le causan los demás. Él reconocía que el hombre sólo puede ser libre si quiere serlo. Esa libertad se manifiesta sobretodo en que nadie puede herirnos si nosotros no queremos. Otro hombre sólo está en condiciones de herirnos si nosotros nos herimos o no hacemos daño.

El hombre es interiormente libre. Si deja que los demás le hieran, entonces, él es el culpable. Pues si el hombre es plenamente él mismo, si descansa sobre su eje, nadie podrá herirle, nadie tendrá poder sobre él.

Para Epicteto, el trabajo en uno mismo consiste en “impedir que las cosas externas… penetren en el lugar sagrado del verdadero yo. Por eso, lo primero que el hombre ha de hacer es descubrir y delimitar mediante el “conócete a ti mismo” su verdadero ser…

Anselm Grüm

domingo, 7 de marzo de 2010

El retorno a lo elemental

Encender el fuego para tener un poco de luz y de calor. Rastrear una vertiente hasta su fuente más pura. Caminar descalzo por el pasto, tocar la tierra, embarrar los pies. Dejar que el viento golpee la frente.

Fuego, tierra, aire, agua.

Tomar contacto con lo primitivo, primigenio, ancestral.

Dejar que la mente se enfoque en lo concreto, tangible, real, presente.

Lo que sucede es lo que veo. Que el río fluye. Que el fuego necesita más leña, que debo cubrirme del viento que se ha tornado más fresco y que el barro de mis pies se está endureciendo. Que la naturaleza nos pone sus frutos al alcance de la mano.

Desaparece la preocupación. Nace la ocupación.

Habitar la extraña sensación de comer cuando como, de cocinar cuando cocino, de caminar cuando camino, de respirar cuando respiro, de leer cuando leo y de estar, a cada momento, íntegramente ahí.

Estoy muy poco habituado a estar en un solo lugar.

Hemos crecido en una cultura donde estar en veinte y treinta cosas a la vez es una virtud. Pensamos que una persona es más importante cuando maneja varios frentes al mismo tiempo. Cuando sus frases de cabecera son: “Estoy a mil”, “Estoy a full”.

Cuando su estima se apoya en la cantidad de cosas que hace. Cuando despliega incontables dispositivos para estar conectado con el mundo entero. Cuando desarrolla el estilo de vida de un “imprescindible”. “Si no estoy yo, las cosas no se hacen”. La mente corre desbocada por la interminable lista de pendientes. Las emociones se reprimen o se desbandan, el cuerpo se contractura, el sentido último se desdibuja, y la persona pierde su eje, su foco, su libertad, su casa, su hogar...

La ansiedad te persigue sin tregua y acelerás el paso para que la insatisfacción no te alcance.

Las sensaciones con las que me voy encontrando estos días están asociadas a:

una mente limpia sin pensamientos tóxicos
un cuerpo que se siente escuchado
una sonrisa bien puesta
un corazón contenido sin emociones perturbadoras
un sentido de integración maravilloso.

Y no estoy a mil. No estoy a full. Estoy ocupado. Hago una cosa por vez.

sábado, 27 de febrero de 2010

Soñar, desear, querer, vivir...

En unos días tomaré vacaciones. Tengo la intención de disfrutar. Voy predispuesto.

Quiero caminar, nadar, mirar paisajes, saltar troncos, escalar montañas, respirar hondo, aires nuevos, aires frescos. Quiero prender fuego y cocinar a las brazas. Quiero hacerlo a la tardecita mientras se abre paso la noche. Quiero hacerlo escuchando la música del lago, quiero quedarme envuelto en el silencio, quiero que el presente me visite a cada instante.

No quiero correr al pasado buscando formas viejas para interpretar el hoy. No quiero huir al futuro con la ansiosa ambición de tomar el control de lo imprevisible. Quiero estar ahí, cara a cara, delante de mi humana condición, vulnerable a mi mismo, sonriendo ante mi fragilidad, celebrando mi pequeñez y mi grandeza.

Quiero estar atento a los detalles más humanos y tan sagrados, como las miradas, las expresiones sutiles del rostro, a las cambiantes fragancias de los árboles, de las frutas, de las flores, a las brizas suaves, frescas, templadas y húmedas.
Quiero cantar suave y a los gritos para que resuene mi melodía en las laderas, en las estrellas y en los hielos cordilleranos.

Quiero caminar un rato de la mano y otro rato suelto, siempre en libertad, autónomo y en compañía.

Quiero escalar y cansarme. Quiero llegar a la noche rendido. Comer rico. Conversar. Leer un rato. Y darle un final a cada día. No quiero aferrarme nostálgico a lo que no pude hacer. Quiero perdonarme por no ser un super hombre omnipresente, omnisciente. Quiero superarme. No quiero autodestruirme. Quiero respetar mi medida propia.

Quiero descender por picadas desconocidas explorando los bosques, rastreando vertientes, soltando la espontánea sorpresa de un niño ante lo nuevo.

Quiero un café con leche a la mañanita y un mate a eso de las once. Quiero que el día sea una hoja en blanco lleno de posibilidades y rimas por construir, con infinitas sendas por transitar.

Me merezco esto y más. Por eso empiezo por soñarlo, por desearlo, por quererlo y ahora... por vivirlo.

martes, 16 de febrero de 2010

Confiar o defenderse de todo...

" ... Cuando la tensión flota en el ambiente y las personas no se sienten seguras para actuar con autenticidad o sinceridad, se refugian en el silencio o en la distorsión de la información. Si no hubiera nada que nos genere temor, no tendríamos necesidad de protegernos...".

La confianza es una poderosa energía. Se apoya en la firme esperanza y proporciona seguridad, optimismo, bienestar, alegría. La confianza nos hace más fuertes, más libres y también mejores. Por el contrario, el recelo lleva al temor, al malestar, a la insatisfacción. La duda, la inquietud, nos reprime, no nos deja actuar, dificulta que tomemos iniciativas, nos paraliza, sufrimos.

Me gusta pensar la confianza como la esperanza firme que se tiene de alguien o algo. La seguridad que alguien tiene en sí mismo. Ánimo, aliento, fe, vigor para obrar. Presencia íntegra en el aquí y el ahora.

El hombre generalmente no actúa solo, siempre tiene que haber alguien que lo ayude o apoye, alguien en el que pueda confiar. La confianza es fundamental para la vida del ser humano y fundamental en la amistad.

La confianza implica reciprocidad. Vamos depositando nuestra confianza en el otro al comprobar que no somos defraudados y, al mismo tiempo, porque experimentamos que también somos objeto de confianza. Esperamos, porque estamos convencidos de que vamos a recibir. Damos, porque a nosotros nos han dado.

Para registrar mi capacidad de confiar me hago estas preguntas…

 ¿En qué personas confío?
 ¿Qué cosas me favorecen el confiar y cuales no?
 ¿Ante que situaciones busco protegerme?
 ¿Qué cosas me gusta tener controladas?
 ¿Qué sentimientos no me gustan que aparezcan y los rechazo?
 ¿Qué cosas o situaciones mías vivo rechazándolas?
 ¿Descubro confianza en mi capacidad de pensar y de afrontar los desafíos básicos de la vida?
 ¿Experimento confianza en mi derecho de ser feliz, el sentimiento de ser digno, de merecer, de tener derecho a afirmar mis necesidades y a gozar de los frutos de mis esfuerzos?


Se puede construir confianza…


1. Demostrando interés genuino por el bien del otro
2. Cumpliendo con acuerdos y promesas
3. Demostrando valores claros y coherentes
4. Siendo abierto y sincero: mostrándose como realmente uno es
5. Estando al alcance (físico y emocional)
6. Generando resultados visibles
7. A través del conocimiento, pericia y experiencia
8. Desarrollando la capacidad de entender al otro (Empatía)
9. Teniendo experiencias constructivas en común
10. Logrando coherencia en el tiempo



La confianza, como el arte, nunca proviene de tener todas las respuestas, sino de estar abierto a todas las preguntas…

lunes, 11 de enero de 2010

Distorsionar para no sufrir...

Un prejuicio cognitivo (del inglés cognitive bias, ‘predisposiciones cognitivas’) es una distorsión cognitiva que afecta al modo en el que los humanos percibimos la realidad. Algunos de estos procesos han sido verificados empíricamente en el campo de la psicología, otros están siendo considerados como categorías generales de prejuicios.

El prejuicio nos lleva a establecer relaciones con personas imaginarias. Abordando las situaciones de la vida con el prejuicio como actitud defensiva genera en nosotros sentimientos y emociones que nos alejan de lo que verdaderamente pasa. El prejuicio genera un mundo propio, a parte, parcial, autista.

Imagino que algo sucederá de una manera y me preparo para eso o intento por todos los medios de evitarla. Me adelanto a los sucesos creyendo en la previsibilidad de las personas. Y, que según lo que yo conozco de esta o aquella, de este o aquel, “esto es lo que va a suceder o lo que me va a contestar, o las decisiones que va a tomar”.

Así nos vamos preparando para recibir el “NO”. Y dejamos de intentar. Ahora… ¿Y, si de repente, lo intento, y me dicen que SI? La sorpresa es tan grande que me quedo paralizado. Estaba tan “armado” para un rechazo que cuando me aceptan no sé qué hacer.

La previsibilidad es la muerte de toda libertad, todo se sabe de antemano y acumulando certezas pretendemos saber todo lo que puede suceder. Así nos vamos cerrando a la experiencia. Nos defendemos de lo real, de lo que puede acontecer “aquí y ahora” con la riqueza y sorpresa que en cada momento la vida me puede traer.

Generalmente imaginamos el peor escenario y para evitarlo, desarrollamos el prejuicio.

 Hay mucho miedo a perder el control
 Una sensible percepción de inseguridad
 A no saber manejar las diversas situaciones
 A ser rechazado o ridiculizado
 A salir herido, lastimado, maltratado
 A quedar expuesto y vulnerable

Para dialogar con mis prejuicios propongo algunas preguntas para desentrañar su mensaje de fondo.

¿Tengo miedo? ¿De qué?
¿Cuál es el peor escenario que me imagino?
¿Siento que algo de mí puede estar amenazado?


Podemos reducir los riesgos. No quisiera cerrarme a la experiencia. Crece el que se expone. Pobre y solo, queda el que se “esconde”.


“¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.” Albert Einstein

… Porque la humildad es una virtud de los valientes…

lunes, 4 de enero de 2010

Pienses que puedes o que no puedes, tienes razón. Henry Ford

La técnica de visualización nos permite crear posibilidades nuevas. La imaginación juega un papel preponderante. Allí genero situaciones, conversaciones, proyectos, sueños, objetivos, encuentros y una cantidad de recursos que los voy poniendo en contacto unos con otros.

Creer que se puede lograr algo, incrementa significativamente las probabilidades de éxito.

Cuando soy optimista con algo:

• Me muevo con decisión
• Dedico energía y tiempo
• Dedico creatividad
• Dedico exploración
• Persevero
• Energizo e Influencio: transmito entusiasmo, convicción y confianza

De acuerdo con los creyentes en la "ley de atracción" ésta no puede ser probada por ningún método científico. Una práctica común utilizada por los que creen en esta teoría es el uso de las afirmaciones. Algunos de los proponentes de una versión moderna de la "ley de la atracción" adjudican sus raíces a la física cuántica. Según ellos, los pensamientos tienen una energía la cual genera energía similar. Para poder controlar dicha energía, sus proponentes afirman, que deben seguirse cuatro pasos. Yo agrego un quinto que me parece importante para capitalizar y sellar un aprendizaje.

• Saber qué es lo que uno quiere y pedirlo al universo (siendo "el universo" cualquier cosa que el individuo acepte como Dios).

• Enfocar los pensamientos de uno mismo sobre el objeto deseado con sentimientos como entusiasmo o gratitud.

• Sentir o comportarse como si el objeto deseado ya hubiera sido obtenido.

• Estar abierto a recibirlo.

• Celebrarlo


¿Podrías visualizar como te gustaría que fuera tu año 2010?