viernes, 30 de diciembre de 2011

¿En qué consiste la Periodización Táctica?

Consiste en Vivenciar el juego para condicionarlo, y para que éste, nos transforme.
“¿Cuándo se admitirá que un movimiento deportivo descontextualizado o desajustado (movimiento torpe) de la respuesta correcta es, por más sudor que exija, una teoría…, y que una percepción mental correcta de una situación es ya (antes del gesto) una práctica?”, Vítor Frade (1985).

Esto vale también para cualquier capacitación que se reduzca a la exposición teórica de nuevos conocimientos.

El verdadero aprendizaje se da realizando un entrenamiento consciente de las nuevas habilidades en un contexto lo más parecido al real.

Lo que se pretende entonces, es que los entrenamientos sean simuladores lo más reales posible de los partidos a los que aspiramos… ¡protagonizar!

¡Protagonizar! Palabra que en griego significa el primero que padece. Proto = el primero. Agonizar = el estado del moribundo. Parafraseando el sentido profundo sería algo así como el primero en dar la vida. Que realmente te suceda, te atraviese, te modifique, te afecte, te transforme lo que estás viviendo.

¿Espectador o protagonista? Elige tu butaca o transita el escenario, no con el teatro vacío, sino a sala llena. Esto no es un ensayo general. ¡Esto es la vida!

Protagonizar, vivenciar, hacer la experiencia de lo real. Exponerse a las situaciones. Realizarlo conscientemente me permite capturar el aprendizaje. Saber qué sucedió, saber qué hice para provocar el resultado. Saber qué debo seguir haciendo para que se repita el resultado, que debo dejar de hacer para evitar el traspié, y que debo empezar a hacer para lograr el objetivo.

El que se expone crece, el que se oculta… se estanca, decrece, muere…

“Correr por correr tiene un desgaste energético natural, pero la complejidad de ese ejercicio es nula, y como tal, el desgaste en términos emocionales tiende a ser nulo también, al contrario de las situaciones complejas donde se exigen a los jugadores requisitos técnicos, tácticos, psicológicos y de pensar las situaciones, eso es lo que representa la complejidad del ejercicio y que conduce a una concentración mayor”.
Esto lo dice un tal José Mourinho.

La “Periodización Táctica” trabaja siempre en Especificidad, no dando lugar, por tanto, a ejercicios analíticos y descontextualizados. Es por ello que rechaza entrenamientos físicos o técnicos separados del Modelo de Juego, ya que esto conduce a una in Especificidad en el Proceso con sus posteriores consecuencias: una tremenda distancia entre lo que quise hacer y lo que finalmente sucedió con el habitual sabor a fracaso.

Para que el desarrollo humano sea inspirador y exitoso propongo las bases de la periodización táctica que no es otra cosa que el Paradigma Eolic People.

domingo, 4 de diciembre de 2011

El efecto Mariposa

Su nombre proviene de las frases: "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo" (proverbio chino) o "el aleteo de las alas de una mariposa pueden provocar un Tsunami al otro lado del mundo" así como también "El simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo".
Esto me hace pensar en el impacto de una cosa sobre otra. Con una pequeña acción puedo modificar sustancialmente el curso de la historia.

Un ejemplo claro sobre el efecto mariposa es soltar una pelota justo sobre la arista del tejado de una casa varias veces; pequeñas desviaciones en la posición inicial pueden hacer que la pelota caiga por uno de los lados del tejado o por el otro, conduciendo a trayectorias de caída y posiciones de reposo final completamente diferentes. Cambios minúsculos que conducen a resultados totalmente divergentes.

Quiero linkear el efecto mariposa con algo que aprendí estudiando el Enfoque Centrado en la Persona (ECP): poder generar en las personas una experiencia emocional correctiva de los significados vividos.

Los hechos del pasado sucedieron. Fueron de una manera. Ahora, su significado puede cambiar, tanto, que logran iluminar los hechos desde nuevos lugares, hasta llegar a transformarlos.

Puedes estar enojado por lo que no te han dado de niño, e inclusive con aquellos que no te lo han dado. O puedes acercarte a ese niño y desde esta nueva realidad, empezar a proveerlo de todo aquello que le faltó. Presencia, escucha, tolerancia, sueños, abrazos, celebraciones, cuentos, aventuras. Puedes habilitar sus sentimientos y emociones para que sienta compañía y no los vea como una amenaza. Puedes recibir a ese niño sin condiciones, aceptarlo, quererlo, darle una nueva oportunidad. Puedes cambiar la vivencia de su presente.

Eres tú el adulto referente y significativo que puede llegar al origen de las circunstancias y atravesarlas con un nuevo sentido.

Así como tienes la capacidad de generar heridas, tienes también el poder de curarlas.

Puedes transitar infiernos, olvidos, abandonos, miedos y angustias. Puedes cubrir de afecto y de comprensión todo lo vivido.

Un gesto de amor hacia ti mismo en el presente puede generar un tsunami de redención de tu pasado…

Podrás cantarle a tu niña como nadie le cantó. Y a esa niña ya no le faltará el arrullo.

Nunca más llorará por desamor… La adulta vivirá en paz y agradecida...

La obra que se viene... es fruto de ese camino... He aquí un adelanto...:

http://www.youtube.com/watch?v=7JSSTh7_25o

viernes, 4 de noviembre de 2011

¿Cuál es tu sueño?

Cuando dejamos morir los anhelos esclavizamos el corazón. Matamos las ideas. Naufragan las oportunidades.

Vivir sin sueños es desbarrancar en la desesperación silenciosa de la mera supervivencia.

Me siento un desgraciado cuando se esfuman mis sueños.

¿Estás viviendo tu sueño?

"Quizá los sueños son el último refugio de esperanza del ser humano. Quizá sean en verdad el único espejo capaz de reflejar nuestra auténtica condición. Quizá mis sueños no sean otra cosa que mi corazón abierto y vulnerable entre mis manos..."

Para algunos soñar es una locura. Para otros una evasión. Pero para los que creen, soñar es el gesto interior más humilde de apertura al hondo misterio de la existencia.

El sueño que se sostiene en tiempos de prueba, de violencia, de agresión puede salir fortalecido. Ese sueño puede mostrar que no era solamente una ocurrencia o capricho humano.

Puede revelar que lo profundo del hombre no estaba muerto. Que las heridas no eran mortales.

Seguro que algunas cosas te hicieron daño pero nunca tocaron tu íntima capacidad de amar.


Cito a Walt Whitman en su pensamiento de lo que es VIVIR…

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.

No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo.

Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.

Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.

Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: Tú puedes aportar una estrofa.

No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes. Huye.

"Emito mis alaridos por los techos de este mundo", dice el poeta.

Valora la belleza de las cosas simples.

Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.

Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridad.

Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo.

Aprende de quienes puedan enseñarte. Las experiencias de quienes nos precedieron de nuestros "poetas muertos", te ayudan a caminar por la vida.

La sociedad de hoy somos nosotros Los "poetas vivos".

No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas....

Vive con intensidad tu vida y no dejes nunca de soñar...

lunes, 3 de octubre de 2011

Navegando con mitos y leyendas

Colonia del Sacramento. 9:00 am. Camino por el espigón del puerto. El viento del este sopla suave. Hoy navegaré en el Bonanza. Un barco de madera de 1951. En el año 57 mi padre fue timonel de este barco. Muchos años después, yo tomaría el mismo timón. Posaría mi mano sobre el mismo trozo de madera y bronce.


Cabellos blancos disponen sus barcos para la regata. Hombres de más de 70 años. Barcos legendarios, navegantes que son un mito viviente. Los años se hicieron experiencia. Sus cuerpos aún los acompañan. La pasión por el viento permanece joven, fuerte, indestructible.

Estos barcos viejos no ocultan su edad. Con orgullo siguen atravesando olas, soportando tormentas, con la satisfacción de dominar el viento, y con la conciencia humilde de depender enteramente de él. Poderosos y vulnerables.

Soltamos las amarras. Izamos todas las velas. El Bonanza empezó a volar. Simplemente dejamos que fuera él mismo, haciendo aquello para lo que fue construido: “Devorar horizontes a merced de viento”.

Sentí una enorme fuerza al empuñar el timón. No se de donde vendría. Si de mi mano, de mi imaginación, o de alguna especie de confluencia entre pasado y futuro. La fuerza la sentí. Un profundo sentido se apoderó de todo mí ser, como si fuera una revelación, como si el mismo dedo de Dios me tocara.

El espíritu de un navegante vive eternamente en cada una de las maderas de los barcos donde fue su timonel.

Estos navegantes son los creadores del yachting en la Argentina. Yo estoy en medio de ellos respirando los orígenes, siendo parte de su evolución. Cual centinela de la mañana guardaré encendida la antorcha para las generaciones futuras. Les contaré sus historias y sus hazañas.

Diré: “Yo viví en tiempos del Cholo, de Mancho, Hormiga Negra, Potilo, El ciego, Mono, Alemán, Fana, El negro, Piedra, Robby, el sordo, Tobín, el nono, el inglés…

En los tiempos del Fjord, del Bonanza, del Condalino, del Baccarat, del Bagual, del Sancho, de la Pinta, del Ventarrón…






Yo empuñé el timón del Bonanza y ahora, como todos ellos, soy inmortal.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Desde la abundancia

Tengo un sueño… vivir más desde el deseo y menos desde la necesidad. Sería como dejar de vivir desde la carencia y más desde la abundancia.

Creo que sería el fruto de un proceso interior en el cual vamos reconociendo, aceptando, digiriendo los acontecimientos de la propia historia y dejamos de reclamar lo que no nos fue dado, de buscar a los culpables de nuestras angustias, impotencias, frustraciones e injusticias, de llorar en el presente lo que antaño nos lastimó.

Vivir desde la carencia te hace esclavo, víctima. La queja se arraiga en tus huesos. El reclamo es lo primero que pronuncian tus labios. Las relaciones se hacen posesivas y exigís a todos como si te debieran algo.

Y casi, casi, que pedís perdón cuando algo te sale bien…

Lo importante no es lo que hagan de nosotros sino lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros. J. P. Sartre

¿Cuánta autonomía necesito tener para poder conectarme con lo que sucede aquí y ahora?

Para no devaluar los gestos de hoy por facturas impagas de ayer…

Autonomía del pasado. De todo aquello que en el pasado me faltó.

Para no estar esperando que el abrazo que me da mi amigo supla el abrazo que mi padre nunca me dio y pueda, así, recibir el abrazo de mi amigo, puro y limpio tal cual me lo da.

Que una cosa no reemplace la otra. Que el afecto de una persona no reemplace al de otro. Me parece hasta injusto.

Lo que no recibí, ahí quedará, flotando hasta que haga el duelo y lo acepte. Y además, me parece que debo hacer justicia, valorar en su justa medida lo que ahora sí estoy recibiendo.

Llorando el ayer me pierdo las maravillas de hoy.

¿Cómo aceptar esos vacíos, silencios, ausencias, injusticias; sin revanchas, rencores, resentimientos?

¿Cómo tejer una nueva estima, un fuerte autoconfianza, un ego sano, una equilibrada valoración de uno mismo?

¿Cómo hacer para que lo de hoy se explique simplemente porque lo que soy hoy y no, por lo que no pudo ser en el pasado?

No tengo recetas mágicas.

Pero por momentos… percibo que este sueño se hace realidad…

Y la sensación es increible.

domingo, 7 de agosto de 2011

La canción de tu alma para encontrar lo perdido

Algunos cuentos como las canciones de cuna tienen un poder mágico. Son un lenguaje que nos ayuda a expresar sensaciones maravillosas, crear mundos fantásticos, conectarnos con personajes míticos. Los cuentos y las canciones de cuna hacen posible lo imposible, creíble lo increíble. Transforman el tiempo en eternidad.

Anoche fui a ver un musical llamado Brooklyn. Un trovador que canta historias en las oscuras calles de Nueva York. Una niña que ha perdido a su madre porque esta se suicidó. Un padre abandónico, ex combatiente, bohemio y sensible. Temeroso del amor. Romántico y cagón. Músico.

Comienza a componer una canción de cuna que nunca termina. Con ella enamora a Faith. Tienen su noche de pasión y desaparece. Se marcha a la guerra y nunca más se sabe de él.

Faith da a luz a Brooklyn. Le cuenta acerca de su padre y le canta la inconclusa canción de cuna. Brooklyn aprende el inconcluso Lullaby, y al cantarlo empieza la dramática búsqueda. Se lanza al mundo a buscar a su padre.

Cuando canta se conecta profundamente con su madre, y además mantiene viva la esperanza de encontrar a su padre, Taylor Collins.

De aquí en más, sigo mi reflexión. Los cuentos y las canciones logran conectarnos con experiencias intensas. Es la aventura que mi padre o mi madre deciden emprender conmigo. El cuento y la canción son el puente para que el adulto se haga lo suficientemente pequeño para entrar en el corazón de un niño, habitarlo, hacerle compañía. En la canción de cuna que le cantas a tu niño te transformas en el dulce huésped de su alma, en el intérprete de sus emociones, en el guía de sus pensamientos, en el consejero de sus decisiones. En la canción se conectan las almas, se encuentran los corazones, se crean lazos indestructibles, se concluyen historias truncas…

Ninguna vida queda inconclusa cuando hay una historia que contar o una canción que cantar… porque puedes crear el mejor final, el que hubiera merecido esa persona, el final que soñaste para él.

Canta tu vida, cuenta tu historia y, mientras tengas memoria, no sufrirás pérdidas, porque aún en la ausencia, podrás encontrarte con quien quieras. Ciertas ausencias no crean vacíos, son un nuevo modo más intenso de estar presente.

Navegar hacia horizontes abundantes

Podemos coincidir en los hechos que conforman una historia. Y podemos escribir mil historias diferentes a partir de los mismos hechos. Mucho depende de quién la cuente, y también, del significado que le atribuya a esos hechos.

No podemos modificar los acontecimientos. Podemos resignificarlos a la luz de nuevas experiencias, de nuevos paradigmas. Diferentes prismas de luz pueden atravesar los hechos y mostrarnos brillos jamás hasta ahora percibidos.

Si cambia la interpretación, cambia la historia.

En un equipo de trabajo Guadalupe contó que había quedado huérfana a los 5 años. Y una compañera dijo: “A mí me llega a pasar eso y me muero; creo que no hay nada peor”. Y Guadalupe le contestó: Sí, hay algo peor que eso. ¡Pensar que eso es lo peor! Porque entonces no hay salida. Ese hecho hizo de mi lo que soy ahora. Alguien independiente, que vive al día, a pleno. Porque sé que la vida termina. No dejo nada para mañana. Porque sé que para algunos, no hay un mañana. Tampoco me aferro al pasado, porque el pasado ya murió con la llegada del hoy.

La interpretación que hago de los hechos es lo que le da sentido a la historia. Y esa interpretación es única y personal.

La película: “Gran Pez” es un claro ejemplo esto. Hacer de los acontecimientos vividos, la mejor historia, aquella que tenga sentido para mí y para los míos.

En frase de Jean Paul Sartre: Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros.

Puedes quejarte toda la vida de aquellos acontecimientos que te han tocado vivir. Y no estarás equivocado...

- Porque mi padre fue así
- Porque mi madre esto otro
- Porque nunca recibí afecto
- Porque nadie me valoró
- Porque crecí bajo normas muy rígidas
- Porque pusieron sobre mi cabeza mucho peso
- Porque me infundieron demasiado miedo
- Porque me llenaron el corazón de culpa
- Porque no tuvimos dinero
- Porque siempre elegimos desde la carencia
- Porque no aprendí a pedir ayuda
- Porque…

Pero también puedes renovar el significado que en otro momento le diste.

Existe una historia en la cual a 3 personas se les repartió una serie de recursos. El que había recibido mucho, multiplicó lo recibido. Fue felicitado y gozó de una Gran Vida. Otro que había recibido menos también lo duplicó, fue felicitado y gozó de una Gran Vida; y el tercero, que recibió muy poquito, tuvo miedo y dejó las cosas tal cual las había recibido… Ese, tuvo una vida de perros… Se quejó todo el tiempo de lo poco que había recibido… no hizo nada para transformar su suerte…

Lo recibido es suficiente para empezar. Ahora, ¿qué quieres hacer con todo eso?

¿Te ha tocado un barco averiado? Repáralo y lánzate de una vez a vivir de verdad. A navegar en aguas profundas.

Puedes tener una Vida Grande o una de perros… tú eliges…

Si no sabes ¿cómo hacerlo? Ven y embárcate. Te contaré mi propia historia.

viernes, 22 de julio de 2011

Pero la pucha, ¡Qué lindo fue conocerte!

Fue doctor toda su vida. Director de un importante hospital de la zona. Jubilado y retirado de ese generoso servicio decidió volver a estudiar. Tenía 78 años. Antes se había ocupado de los cuerpos, ahora se ocuparía de las almas. Fue entonces que decidió estudiar consultoría psicológica. Allí nos encontramos.

Miguel era un sabio y un niño a la vez. Ya estaba de vuelta en muchas cosas pero su asombro no tenía límites. Estaba en un estado de constante aprendizaje. Preguntaba, indagaba, se maravillaba de nuestras respuestas. Agradecía por la lección recibida. Siempre abierto a nuevos horizontes, paradigmas, novedades…

En su casa siempre había té, alfajores, cerveza y frutos secos.

Nos invitaba a estudiar. Hacía grupo de estudio con Fede, Seco, Luli, la Ferchu y Feli, a veces Andy, y yo. Pero había un elenco estable. Un grupo predilecto por él. Y Miguel era uno más.

Lo sentí muy compinche. Se prendía a todo. En las clases actuaba, se disfrazaba como si tuviera 20 años. Una disposición fresca que nos dejaba pensando… ¡Ojalá lleguemos a su edad con ese espíritu tan joven!

Sin conocernos tanto, me ofreció su cabaña en San Martín de los Andes que contaba con un antiquísimo pero súper confiable jeep Maruti. ¡Qué buenas vacaciones! Montañas, ríos, selvas… El Marutti se bancó todo. La pasé fenomenal en esa cabaña al filo de la montaña. ¡Gracias Generoso Miguel!

Hace dos meses me lo encontré por la calle y emocionado me tiró un abrazo al que le correspondí de modo incondicional. Me dice: “Me estoy yendo a visitar a mis hijos que viven en Europa. Cuando vuelva, a fines de junio, te llamo y armamos un asadito con los chicos, así nos vemos”. Ahí quedó flotando la invitación… Hoy nos enteramos que Miguel murió. Estamos tristes. Nos quedamos sin el último asado. Nos quedamos sin Miguel. Ya te estamos extrañando. Igual, del asado no te salvás. No fue en esta vida, asi que será en la otra.

¡Pero, la pucha, qué lindo fue conocerte!

domingo, 19 de junio de 2011

Guiños inesperados

El legado de un padre puede ser múltiple. La trascendencia de sus acciones es impredecible. Me sorprende encontrarme con puertas abiertas a situaciones jamás imaginadas. Me conmueve cruzarme con personas que me tienden su mano sin haber sembrado yo la más mínima semilla de la oportunidad. Me emociona saber que alguien dejó latiendo ese gesto para que yo me lo encontrara años después.

Quiero pensar la existencia de mis ancestros como aquellos que sembraron en el mundo una cantidad infinita de oportunidades que, si camino despierto y conciente, me darán la evidencia de que siguen presentes, en estas coordenadas de tiempo y espacio, guiando, acompañando, motivando e inspirando mi travesía.

¿El golpe de suerte no será el guiño de alguno de tus ancestros?

¿No te sucedió alguna vez de haber recibido el fruto de algo que nunca sembraste?

Yo tenía 10 años. Muchos saben de mi pasión por navegar y, también saben, que fue algo que recibí de mi padre. Estábamos en el club náutico, un día de tantos. Un amigo de mi viejo se acercó y le contó con alegría que se había comprado un barco. Mi viejo lo felicitó y le preguntó cuando lo invitaría para probarlo. Martín, su amigo, sacó las llaves del “Baccarat” y le dijo: “Tomá, es tuyo”. “Cuando vos quieras, lo usás”.

A mí, me impresionó ese gesto de generosidad, de confianza, de amistad sin condiciones y miraba ese mundo de los grandes con profundo respeto. Yo era chico pero había entendido todo el significado de la amistad.

Hace un mes atrás. Más de 30 años después de ese episodio. Un día de tantos, estando yo en el club, me encuentro con Martín y nos estrechamos en un gran abrazo. Intercambiamos información acerca de “en qué andaba cada uno” y me dice: “Gonza, ¿Estás navegando?” – Sí, le respondí. Siempre menos de lo que me gustaría. Sigo llevando el río en la sangre. Y continúa: “me acabo de comprar el Bonanza, lo tengo en la bahía” y sacando las llaves me dice: “Es tuyo, navegalo cuando quieras”…

En un micro – segundo, se me erizó la piel, se me llenaron los ojos de lágrimas, me conmoví profundamente…

Gracias Martín…

Gracias Viejo…

¡Feliz Día!

domingo, 22 de mayo de 2011

Borrascas perfectas

He leído con atención tu carta. Hablas del mar y también de la borrasca en que te ves, de la incertidumbre y de la vida. Deduzco que eres muy joven, y hay algo que quisiera contarte sobre eso. Yo tengo 59 años y amo el mar, pero ya sólo navego por el Mediterráneo. Pasó la edad en que me seducían otros mares y otras costas. Con canas en la barba y arrugas en la cara acabé confirmando que mi verdadera patria es ese lugar viejo y sabio, memoria de velas blancas y naufragios, por donde vinieron los héroes, los dioses y las antiguas leyendas que me educaron con rumor de resaca, en playas donde, al fuego hecho con madera de deriva, hombres de manos encallecidas por remos y redes, piel curtida y ojos quemados de sal, fumaban tabaco negro, hervían calderos de arroz y asaban sardinas. Quien no conoce de esas aguas más que las orillas, las cree siempre apacibles, azules, de mansos amaneceres y rojas puestas de sol. Ignora que algunos de los más furiosos temporales pueden desatarse en ellas sin previo aviso: el mar golpeando de manera despiadada, voluble y traidor.

En realidad, ningún mar es mala gente. Es el viento el que lo hace peligroso y mortal. Pero, a diferencia del Atlántico, donde los temporales pueden a veces prevenirse en intensidad, trayectoria y duración, y donde la ola suele ser larga y tendida, más gobernable, el Mediterráneo desata su furia de improviso, con vientos inesperados y una ola corta, asesina, que machaca los barcos y agota a quienes los tripulan. Viví entre marinos desde niño, y me crié con relatos de buques y mar. Nunca olvidé el respeto con que viejos capitanes, curtidos en todos los océanos, hablaban de la mar terrible que los temporales del Norte levantan en el golfo de León. Después, con el paso del tiempo, yo mismo tuve ocasión de comprobar en persona cómo es capaz de golpear el azul Mediterráneo cuando se torna malhumorado y cabrón. Cuando se pone barbas grises.

De una de esas situaciones hablé aquí alguna vez: fue a bordo del petrolero Puertollano, Navidad de 1970, y tuvimos una mar horrorosa doblando el cabo Bon, frente a la costa de Túnez, con olas de diez metros y viento que en la escala Beaufort se conoce como temporal duro, de fuerza 10. En otras ocasiones tampoco escapé a los temibles mistrales del golfo de León o a las noroestadas duras del canal de Cerdeña; con la angustia que supone, en esos casos, estar al mando de tu propio barco, tomando las decisiones, y que éste sea un velero con tripulantes de cuyas vidas eres responsable. Y te aseguro que un mistral de fuerza 8 pegando en la amura de estribor durante horas, con sólo una trinquetilla arriba, la mayor reducida al último rizo y el barco -valiente, fiel y marinero, bendito sea- navegando a ocho nudos escorado hasta el trancanil, dando pantocazos, macheteando entre rociones y rachas la maldita ola corta mediterránea, es algo que, por mucho que ames el mar, puede hacerte renegar de él, de los barcos y de la madre que te parió.

Sin embargo, hay algo bueno en eso. Cuando todo acaba felizmente, si el barco navegó bien gobernado y estás a salvo en aguas tranquilas, hay algo que caldea tu espíritu con legítimo orgullo: pasaste la prueba. Llevaste a puerto el barco, a los tripulantes y a ti mismo. Eres marino. Hiciste las cosas como debías, y ahora estás a salvo. Librado a tus propias fuerzas, con los dientes apretados, sin aspavientos, estuviste allá lejos, donde nadie puede decir basta, oigan, paren esto que me bajo. Y, por mucho título de capitán de yate que tengas en casa, posees el mejor certificado náutico del mundo: saliste vivo, con tu barco. Porque si es verdad que el mar, cuando se lo propone, acaba matando a cualquiera, incluso al mejor marino, también es cierto que primero liquida a los torpes, a los arrogantes y a los imbéciles; a quienes carecen de la suficiente experiencia o la humildad -que allí son sinónimos- para comprender que el mar, reflejo exacto de la vida, con sus borrascas imprevistas y sus arrecifes acechando en alguna parte, es lugar peligroso. Y que una saludable y constante incertidumbre, la desconfianza de quien se sabe siempre en territorio enemigo, ayuda a mantenerse vivo.

Y, bueno. Eso es todo, o casi. Sólo quería decirte que, lo mismo que el mar, espejo de la vida, también la tierra firme -engañosamente firme- tiene borrascas perfectas que discurren por el corazón del ser humano, probándolo, tanteando su resistencia y su coraje. Y que no hay mejor adiestramiento y ojo marinero para enfrentarse a ellas, aparte de una saludable incertidumbre, que la lucidez, la tenacidad y la cultura. Ellas te ayudarán a sobrevivir entre tus particulares temporales de fuerza 8. Y en el peor de los casos, si no queda otra, a perderte con tu barco luchando hasta el final, silencioso y sereno como un buen marino. Con el consuelo de que lo hiciste todo lo mejor posible.




Por Arturo Pérez-Reverte: El autor, español, es periodista, escritor y miembro de la Real Academia Española

Gracias Arturo! Haz dejado al descubierto cuanto mar y viento llevo en el alma.

Gracias Juan por enviarme este texto!

lunes, 2 de mayo de 2011

Sincerar motivos y expectativas…

Una importante cantidad de pensadores, analistas, humanistas, sociólogos, psicólogos, camioneros, deportistas, bomberos, jardineros, vendedores de panchos, referís, y gente que anda suelta por ahí, coincide en que el Objetivo del comportamiento humano es: mantener, preservar, proteger, el auto concepto, cuidar la imagen que tenemos de nosotros mismos.

Mi pregunta entonces es… ¿Todo tiene una intención? Y más complejo aún… ¿Todo tiene más de una intención?

¿Es lo mismo tener una intención que hacer cosas sujetas a alguna condición?

¿Se pueden hacer cosas sin condiciones… sin esperar nada a cambio, teniendo muy claros los motivos?

¿Puedo tomar la decisión de asistir a un lugar respondiendo a una necesidad personal, legítima, genuina?

¿Tengo en cuenta la tribuna que sube y baja el pulgar a cada decisión que tomo?

El ego se pasea por estas cuestionas más o menos fortalecido, necesitado, sano o herido.

Me siento más libre y más integrado cuando, al tomar una decisión, pude nombrar y blanquearme las motivaciones que están en juego.

Saber por qué voy a un lugar, conocer a fondo por qué hago esto o aquello acorta el margen de frustración y aumenta mi grado de satisfacción, de compromiso y de desapego.

De esa manera, sé a qué estoy jugando.

Cuando en el fondo, espero alguna retribución de algo que hice y esa retribución no llega… no te puedo explicar la ira que me explota dentro…

¿Pero está mal esperar algo a cambio? No, en absoluto. Lo que digo es que si no te sinceras contigo mismo, la desilusión, el desencanto y la frustración estarán a la orden del día.

No te regalo para que me regales, no te invito para que me invites, no te visito para que tú lo hagas conmigo. Esto lo hago porque yo quiero. A mi me hace bien hacerlo. Es regalo. Es gratuito. No me debes nada.

Puedo llamarte 100 veces. No te reclamaré si tú no haces lo mismo. No me debes cada llamada que te hago.

Seguro que me alegraré si haces algo por mí. No lo exigiré. Sólo celebraré cuando eso suceda. Es muy lindo recibir regalos y también es muy lindo hacerlos… sin condiciones y con las más claras intenciones.

Como dice Amado Nervo: “Vida nada me debes, ¡Vida, estamos en paz!

miércoles, 13 de abril de 2011

Esa exigencia que me impide disfrutar…

Podría destilar una reflexión acerca de este tema sólo basándome en mi experiencia personal.

Afortunadamente, y habiendo escuchado a mucha gente, ¡descubro a tantos en mi misma situación!

Parece como si estuviéramos programados con el mismo software que nos hace procesar lo que vivimos de la misma manera.

Y a la vez, lamentablemente, somos tantos los que nos auto exigimos a un nivel, en una intensidad, que carecemos de aquello que llamamos: Calidad de vida, que no es otra cosa que descubrir la manera de disfrutar.

A esa exigencia que me impulsa a ir por más la llamaría: ambición. Es buena. Nos desafía. Nos hace corrernos de la zona de confort para aprender algo nuevo, para subir la vara, para ampliar los horizontes, para competir y obtener mejores resultados, para desarrollarnos como personas, para probar nuestro temple, para sentir esa satisfacción de haber podido…

Y la otra… la otra exigencia que nos transforma en nuestros peores enemigos, que descalifica cualquier acción confinándola a la categoría de: “Era lo que debías hacer”. Personas insatisfechas y vacías. Ansiosas y angustiadas. Incapaces de permanecer un instante al amparo de lo conseguido. No hay tiempo para celebrar porque tampoco hay motivos para hacerlo. Este camino lleva a la amargura. Nada llena el corazón de estas personas que están siempre saliendo hacia lo que está por venir… no hay presente. El pasado el vergonzoso y el presente muy vacío… por eso… a correr tras los desafíos para calmar mi sensación de: “Sólo seré valioso cuando logre algo importante”.

Empeñamos la vida, y así se nos va sin poder morder el fruto maduro, sin la capacidad de un Carpe Diem. Recuerda que mañana serás abono para los gusanos… Eso dice el poema en la famosa película…

Articulando libros, sagrados y profanos (no creo en esta división medieval) diría: Disfruta hoy, el mañana se inquietará por sí mismo.

Pero todos queremos disfrutar… la pregunta sigue siendo: ¿Cómo hacer?

martes, 12 de abril de 2011

Para que un Consultor Psicológico

La CONSULTORIA PSICOLÓGICA - COUNSELING es una Profesión de Ayuda, interventiva y preventiva, donde un Profesional Consultor - Counselor, realiza entrevistas con Personas o Grupos que atraviesan un momento de DESORIENTACIÓN o CRISIS o que desean profundizar su DESARROLLO PERSONAL, sirviéndose de la comunicación verbal, mediante un proceso activo de aprendizaje Cognitivo-Emocional, que provoca la recuperación o profundización de su estado de Bien-Estar: Bio, Socio, Psico-Espiritual, para que continúen con su Crecimiento y Despliegue Personal.

Objetivos del proceso de ayuda:

El Counselor facilita que el Consultante:

- Se reorganice
- Se auto explore
- Se escuche a sí mismo
- Se acepte
- Valide y reconozca su mundo interno
- Se auto realice
- Se auto perciba
- Tome conciencia de su propio poder
- Se con - mueva
- Despligue todo su potencial
- Descubra dentro de sí su centro de valoración positiva incondicional

El Compromiso del Counselor para con el Consultante:

Prevención y Promoción del BIEN-ESTAR individual y relacional

Acompañar emocionalmente y Asesorar

Asistencia para los procesos de Cambio

Asistencia para la Resolución de Conflictos y Toma de Decisiones

Facilitar el Proceso de Despliegue de Potencialidades

lunes, 21 de marzo de 2011

Lo que fue bien sembrado está destinado a florecer

“La lluvia al viento le dijo, tú arrasa que yo inundaré...
Castigaron tanto el lecho del jardín
que las flores se arrodillaron para protegerse,
se doblegaron pero no murieron...
¡Yo sé lo que esas flores sintieron!”

Robert Frost



Hay algunos que creen que cuando lleguen a estar al frente de algo, proyecto, equipo, institución, etc, empezará la verdadera historia. El pensamiento que ellos traen es que todo lo que se hizo anteriormente estuvo mal. Hay que arrancar de cero y bien. Y ellos son los únicos que saben hacer las cosas bien. Con el ánimo de hacer las cosas de la nada, destruyen y aniquilan lo que se ha ido haciendo. Por concepto: “ todo lo anterior fue malo”. Enfocan su cañones en destruir proyectos, iniciativas, plantas en sus primeros brotes, arransan como lo hacía Atila, con todo lo que encuentran a su paso. Así, también, en el camino destruyen personas con gran talento y las expulsan, simplemente, porque pertenecían a la “gestión” anterior.

¿No hubo nada para rescatar, valorar, y celebrar en aquello que recibiste?

¿No pudiste ver nada de lo que nace, vive y late de valioso en las personas que te rodean?

¿No será un tema de tu incapacidad para ver? ¿Maldad? ¿Miedo? ¿Envidia? ¿Soberbia actitud de omnipotencia?

Lo que se siembra con buena semilla, en buena tierra y por hábiles agricultores, al ser fecundado por agua pura, crece y vive para siempre.

Hagan lo que hagan ya no muere más porque esas profundas vivencias quedaron grabadas en la memoria eterna de los que las experimentaron...

Tengo una mala noticia para aquellos que quieren parecerse a Atila... el pasto bueno siempre vuelve a crecer... y al tiempo... el campo se llena de flores...

sábado, 26 de febrero de 2011

Confirmado: Hay vida en otros mundos!

Tenemos, los humanos, una ilusión: la de crear un mundo ideal. Queremos armar un mundo a nuestra medida con una firme convicción: ¡sólo aquí dentro existe la vida! De que sólo en este lugar se viven los valores verdaderos, y se mantienen las creencias más sólidas y consistentes; de que sólo aquí tenemos un estilo de vida “correcto”; todos respiramos el mismo aire, tenemos los mismos gustos, hacemos las mismas cosas; los hijos son amigos entre ellos y van a los mismos colegios, a los mismos clubes, a los mismos lugares de vacaciones...

La vida es lo que sucede allí dentro...

Yo creía en mundos ideales... y por momentos los creaba y los buscaba por todos lados... a corto plazo el proyecto funcionaba. Pero a mediano empecé a sentir cierto ahogo, y a largo plazo ya tenía claros signos de mortalidad. El encierro es una enfermedad terminal.

Los sistemas cerrados son aparentemente más seguros. Son más previsibles. Más controlables. Se reducen los riesgos y también las sorpresas. Todo se conoce. Lo conocido tranquiliza.

Ya casi nada te desacomoda ni te desafía. Te instalás. Marcás tus dominios. Y una lápida invisible se levanta declarando la muerte de tu espíritu...

Los sistemas abiertos son más incómodos. Te molestan. Te exponen. Te sacuden, modifican, te ponen delante de nuevas preguntas cuyas respuestas no las tenés envasadas al vacío sino que tienes que salir a cosecharlas en terrenos desacampados, vírgenes, sin alambrados ni puesteros que te sacan a los tiros y te piden una identificación para visitar a un amigo del alma. (esta frase final la tenía atragantada. Disculpen el exhabrupto).

La 2ª ley de termodinámica nos dice que: La cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse con el tiempo.

¿Para qué traigo esto? Los sistemas cerrados se mueren. Los sistemas abiertos se renuevan y se desarrollan. Adquieren nuevas formas de equilibrio, un equilibrio inestable o provisorio. En términos existenciales sería: Una persona que se expone: crece. Uno que se esconde… permanece igual o decrece.

En estas vacaciones conocí personas nuevas, increibles, que me modificaron, que me cuestionaron valores, creencias, paradigmas, me hicieron pensar, sentir, vivir...

Sigo abierto a los detalles más humanos... no he abandonado ideales: la invitación es abrirse hasta la expansión plena, cada uno, en su versión más genuina y original.

martes, 1 de febrero de 2011

El cómo es el quid de la cuestión

En muchas situaciones de la vida, frente a desafíos, problemas, encrucijadas, conflictos, podemos llegar a descubrir qué es lo que tenemos que hacer. Inclusive lo conversamos con otros para fortalecer nuestra decisión. Llegamos con cierta claridad a definir qué hacer. A mi me da la sensación de que en la mayoría de los casos sabemos qué hacer.

En donde se nos genera el problema es en cómo hacerlo. Ahí es donde todos discutimos y en realidad pocos saben cómo hacerlo.

Es muy fácil decirle al otro: qué es lo que debería hacer. Y después de que te dicen preguntás: “Bueno, ¿Y cómo lo hago?” El Gurú de turno levanta los hombros y con cara de póker te dice: “Hmm, no sé, fijate, probá”

Más de una vez me descubrí diagnosticando y sentenciando caminos. “Vos, deberías hacer esto o aquello”, como si fuera un vidente arrogándose la omnisciencia y la omnipotencia de quién sabe qué dios sabedor de todas las cosas.

Yo no sé lo que cada persona tiene, debe, o quiere hacer.

Pero si querés... te acompaño en el camino. Si querés podemos generar una atmósfera para que explores tu interior sin amenazas, con confianza y contención.
Hasta donde quieras abrirte, profundizar, explorar, cuestionarte, depende de vos. No iré adelante. No iré detrás.

Hace un tiempo que he cambiado mi abordaje. ¿Si me preguntás? Te cuento qué hice yo y cómo lo hice. Comparto lo que sucedió en mí a partir de eso. Puedo mostrarte los frutos de mi “qué hice” y de “cómo lo hice”. ¿Si eso te aporta algo? ¡Genial! Lo celebraremos. Y si lo mío en nada te ayuda, seguiremos buscando juntos el qué y el cómo de aquello que estés necesitando encarar.

Los artesanos de antes, y digo los de antes porque era sabido que tenían aprendices, enseñaban el cómo del oficio con mucha paciencia, entrega, humildad, transmitiendo los secretos y misterios de ese arte. Ellos tenían muy claro el qué y eran muy sabios, generosos, exigentes y dedicados a explicar el cómo.

Yo creo que hoy quedan pocos artesanos de aquellos. Hay pocos que se dedican a compartir el cómo en la extraordinaria experiencia de vivir.

Quizás también queden pocos aprendices con ganas de escuchar a los sabios...

Quizás queden pocos sabios...

Quizás hay más pioneros, emprendedores, libre pensadores y autodidactas

No lo sé...

Sea lo que sea que exista o haya dejado de existir... creo que: en el cómo está el quid de la cuestión.

viernes, 28 de enero de 2011

Dialogando con los enemigos


I have a dream, repetía incansablemente Luther King.

¿Qué hacemos con nuestros sueños? ¿Los guardamos en un lugar de la memoria como si fueran un refugio al cual huir para defendernos de la cruda realidad, llena de impotencia y amargura?

¿Descalificamos a los soñadores por ingenuos e inmaduros? ¡La gente grande no sueña! Trabaja y es responsable.

A la hora de bajar los sueños y transformarlos en proyectos hacemos un inventario de los recursos que tenemos para lograrlo y como por arte de magia aparecen de los cuatro puntos cardinales: los obstáculos.

Tenemos conciencia de los obstáculos externos. El entorno cercano, la realidad de país, y las circunstancias globales. Estos actores normalmente tienen la culpa del fracaso de nuestros proyectos. El afuera adquiere un tamaño inmenso, se levanta como un enemigo imbatible y amenazante. El afuera es lo único que existe frente a mi paisaje interior que,momento a momento, se va empequeñeciendo hasta reducirse a su mínima expresión. La conclusión a la que llegamos es: “No se puede”. Y entre resignación, frustración, amargura y una mala cuota de realismo, (realismo que encubre un corrosivo cinismo) abandonamos sueños y proyectos. Nuestra existencia se reduce a hacer “lo que hay que hacer”, o hasta donde me dejan hacer...

¿Y qué decir de los obstáculos internos? ¿Qué nombre les ponemos? Debilidad? Enemigos íntimos? Coro de víctimas? Refutadores de leyendas?

Enfrentar los obstáculos es algo que normalmente hacemos. Así se ha forjado la cultura. La vida es una carrera llena de obstáculos que permanentemente hay que superar. Son inmensos, diversos, sorpresivos, previsibles, reales e imaginarios.
La propuesta que hemos apendido es que a un obstáculo hay que sortearlo, derribarlo, atravesarlo, pulverizarlo...

¿Alguien, alguna vez, se ha sentado a dialogar con ellos? Sí, alguna vez te sentaste a conversar con esos obstáculos?

Yo creo que si alguien determina que una cosa es un obstáculo es porque está haciendo una lectura o interpretación equivocada de aquello que tiene delante. Es porque nunca se ha sentado a tener una conversación amistosa. Será porque la confrontación fue el único recurso aprendido para abordar esta realidad interna.

Recursos propios entablan una lucha sin cuartel con los obstáculos.

¿Pensaste alguna vez que eso que llamás “Obstáculo” puede ser tu gran aliado, tu maestro y tu guía?

Imaginate si la fuerza con que el obstáculo se opone a ti la tuvieras empujando a tu favor? Yo creo que serías capaz de concretar más de un sueño, que por tenerlos pendientes, ya casi los has olvidado...

Traigo este cuento que ilustra mi propuesta.

El padre le echó de casa y el joven anduvo errante. En su caminata llegó a un castillo donde quiso pasar la noche. El dueño sólo le podía ofrecer la torre, pero le previno de que allí había unos perros salvajes que en varias ocasiones habían devorado ya a varias personas. Sin embargo, el joven no tenía miedo, ya que conocía el lenguaje de los perros. Así que tomó algo para comer y se acercó complaciente a los perros salvajes.

Cuando llegó al lugar, los perros ni siquiera le ladraron, sino que saltaron a su alrededor moviendo amistosamente el rabo, comieron lo que el joven les puso y no le tocaron ni un pelo. A la mañana siguiente, el joven regresó sano y salvo, ante el asombro de todos, y dijo al señor del castillo: “Los perros me han explicado en su lenguaje por qué están ahí y por qué hacen tanto daño al país. Están malditos y tienen que guardar un gran tesoro que está debajo de la torre, pero no podrán encontrar descanso hasta que el tesoro haya sido retirado. También me he enterado de cómo hay que hacer esto” El joven desenterró el tesoro. Los malditos perros salvajes se tranquilizaron, se apaciguaron y abandonaron el castillo. Todo el país recobró la calma.


Wllhelm Laiblin, discípulo de C.G. Jung resume el mensaje de este cuento de la forma siguiente: “Aprende en primer lugar a comprender en ti el lenguaje de los perros salvajes y acércate a ellos en plan de amigo y hermano. Entonces te dirán que ellos, los rechazados, los despreciados y temidos, se comportan tan inquietamente porque, como tus mejores y más fieles amigos, quieren despertar y guiar tu atención hacia el tesoro escondido que te está esperando en el fondo de tu alma, y que sacarlo a la luz es propiamente la tarea que te incumbe”.

Los perros salvajes pueden ser mis pasiones, mi ira, mis celos, mi sexualidad, mi susceptibilidad, mis crisis depresivas, mis miedos y angustias, etc (sigue la lista) No debo encerrarlos en mi torre, pues entonces cualquier día perderé por completo el control de mi vida; más bien he de buscar hablar con ellos. Ladran tan fuerte porque tienen que guardar un tesoro. Ahí dondequiera que algo me oprime, donde no puedo arreglármelas conmigo mismo, donde un conflicto se anuncia en voz alta, donde una enfermedad grita sensiblemente, ahí yace también un tesoro oculto. Y precisamente, que haya algo hirviendo dentro de mí, es la señal de que hay algo que quiere romper, vivir y florecer.


Transformación quiere decir que no rechace o encierre nada en mí, sino que dialogue con mis pasiones, con mis enfermedades, con mis conflictos y problemas, incluso con aquello que me avergüenza. Entonces todo me conducirá a ese tesoro que está en mí, escondido, hacia las nuevas posibilidades de vida, hacia una nueva calidad que hasta ahora he reprimido.

Ahí donde me siento impotente y choco con mi incapacidad para controlar mis fallos, debilidades y problemas, ahí también yace un tesoro enterrado. En lugar de gastar mis energías en querer eliminar o reprimir las faltas por la fuerza, debería dialogar con mis fallos y aquello que me avergüenza, con mis conflictos y problemas, porque entonces ellos me descubrirán el tesoro que en el fondo de mi ser espera a ser rescatado y, al mismo tiempo, me señalarán el camino para llegar hasta él
.*

Los invito a sentarse a convesar con aquello que llamamos “obstáculos”. Encontrarán en ellos sabios maestros y fieles amigos...



* Extraído de “Transformación”, Anselm Grün, Editorial Verbo Divino, 202, p.p. 19-22.

martes, 11 de enero de 2011

La adversidad como oportunidad para un impulso renovado.

Con esta frase comenzó mi amigo la conversación: “Yo no me caí con un avión en los Andes ni quedé atrapado por el derrumbe de una mina” pero aún así tengo cosas muy valiosas para decir acerca de la Resiliencia...

Esto, a mi entender, es genial. Querido Juan. Sos un genio.

¿Sólo se aprecia la capacidad resiliente de aquellas personas que sufrieron una tragedia y han podido seguir viviendo, a pesar o gracias a ella?

¿Y los simples mortales como nosotros que en la cotidiana estamos expuestos a innumerables dificultades?

¿No vale acaso el intento perseverante por superarnos, por atravesar los conflictos y encarar las dificultades de modo cotidiano?

¿Tiene más valor un hecho puntual que como carrera de 100 metros llanos es explosiva y atrayente; más que un maratonista que a ritmo sostenido persevera en el tiempo en actitud de superación?

Tengo más preguntas que lo que buscan es dar razones para que podamos creer en la resiliencia del hombre y de la mujer común tanto como en la de aquellos que han padecido una tragedia y han hecho de ella una escuela de vida, de esperanza, de creatividad y superación.

El termino resiliencia, que es de uso común en el área de la Psicoterapia, ha comenzado a ser utilizado recientemente dentro del campo empresario. En realidad, este termino nació en nuestro
lenguaje como un término de índole técnico, con el siguiente significado: “El poder que tienen ciertos materiales - especialmente los metales- de oponer resistencia a la ruptura por choque o por fuertes presiones y volver a su estado o forma inicial". Desde ya, no es éste el concepto sobre el cual vamos a trabajar sino aquél que se refiere a la resistencia humana al stress, los cambios y las
presiones.

"A la Resiliencia se la entiende como la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas" (Edith Grotberg, 1998).


Las fuentes interactivas de la resiliencia: de acuerdo con Edith Grotberg (1997), para hacer frente a las adversidades, superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso transformado, los niños toman factores de resiliencia de cuatro fuentes que se visualizan en las expresiones verbales de los sujetos (niños, adolescentes o adultos) con características resilientes:


“Yo tengo” en mi entorno social.

“Yo soy” y “yo estoy”, hablan de las fortalezas intrapsíquicas y condiciones personales.

“Yo puedo”, concierne a las habilidades en las relaciones con los otros
...

Tengo: Personas alrededor en quienes confío y que me quieren incondicionalmente.
Personas que me ponen límites para que aprenda a evitar los peligros. Personas que me muestran por medio de su conducta la manera correcta de proceder.
Personas que quieren que aprenda a desenvolverme solo.
Personas que me ayudan cuando estoy enfermo o en peligro, o cuando necesito aprender.

Soy: Alguien por quien los otros sienten aprecio y cariño.
Feliz cuando hago algo bueno para los demás y les demuestro mi afecto.
Respetuoso de mí mismo y del prójimo.

Estoy: Dispuesto a responsabilizarme de mis actos.
Seguro de que todo saldrá bien.

Puedo: Hablar sobre cosas que me asustan o me inquietan.
Buscar la manera de resolver mis problemas.
Controlarme cuando tengo ganas de hacer algo peligroso o que no está bien.
Buscar el momento apropiado para hablar con alguien o actuar.
Encontrar a alguien que me ayude cuando lo necesito.

Confirmo a través de este material y declaro una vez más que:

Creo en la fuerza interior que cada persona tiene para resolver los conflictos que se le presentan.