jueves, 23 de septiembre de 2010

Ponele nombre a los motivadores

La fuerza erosiva del mar es impresionante. Siempre me han llamado la atención los acantilados. El golpe constante del mar sobre ellos recorta, dibuja, moldea, desgasta, pule…

¿Cómo un elemento tan poco consistente es capaz de vulnerar las rocas graníticas ancestrales? La respuesta es una sola: por su insistencia.

Por su insistencia, la gota horada la piedra.

Esta analogía me parece útil para ilustrar una dinámica que ayuda a profundizar ciertos temas.

Si le hacés la misma pregunta a una persona 10 veces, probablemente conteste de manera diferente, tanto porque cambió el contenido, o porque amplió sus argumentos, o porque cambió el tono de voz, o se modificó su semblante, o porque apareció otra emoción. Si atendemos a los detalles nos daremos cuenta que las respuestas son diferentes.

Pienso que la repetición insistente de la pregunta tiene un poder similar al de nuestra pequeña gota de agua de mar.

Alguna vez leí por ahí que la palabra es más penetrante que espada de doble filo, y penetra hasta donde se dividen el alma y el espíritu, los huesos y los tuétanos, haciendo un discernimiento de los deseos y los pensamientos más íntimos. No hay criatura a la que su luz no pueda penetrar; todo queda desnudo y al descubierto…

Cuando una pregunta fue gestada en lo más hondo y genuino de una persona, penetra, perfora, erosiona todas las defensas y pone al descubierto lo verdadero de aquel que la escucha, la recibe y le brinda alojamiento.

En el proceso de autoconocimiento esta dinámica puede ayudarme a clarificar, conocer, profundizar, registrar, motivaciones que no hemos verbalizado aún.

Es un ejercicio para hacer durante 7 siete días. Tomás tu cuaderno de Bitácora y anotás en ella alguna pregunta de esas que llamamos “existenciales”. Anotá las primeras respuestas que espontáneamente surjan. Dejalas descansar y al día siguiente volvé sobre la pregunta. Así, durante 7 días. Te sorprenderás la cantidad de matices que aparecen. No filtres. No juzgues. Dejá que la pregunta siga golpeando el acantilado. Al cabo de siete días tendrás un mosaico de respuestas muy interesantes que te aportarán colores nuevos de vos mismo.

Podemos empezar por esta… ¿Para qué te levantás cada mañana?...

martes, 7 de septiembre de 2010

¿Podrías decir que tu historia es apasionante?

Llego a esta etapa de mi vida rico en experiencias. Innumerables hechos significativos han hecho de mi lo que soy. Pero, más aún, lo que ha hecho que sea lo que soy es la simbolización que hice de esos acontecimientos. Es el sentido vital que descubrí, que yo mismo armé, que escuché de personas referentes, el modo en que elegí interpretarlos; fue la palabra que atravesó el acontecimiento dándole la luz necesaria la que me permitió caminar, seguir, luchar, conseguir, claudicar, elegir, retomar, refrescar, abandonar, desviar, crecer...

Lo que hace que sea esto que soy, no es sólo el acontecimiento vivido sino, junto con él, la interpretación que hice del mismo. Así se fue formando mi cultura, mis creencias, la apropiación de valores, la creación de paradigmas, el seguimiento de modelos, un prisma desde el cual empecé a mirar las cosas y declararlas como “la realidad”, mi realidad. No tengo la verdad sino mi verdad sobre lo que he vivido.

Los hechos del pasado no podemos cambiarlos, sucedieron. Ya está. Lo que si se puede modificar, enriquecer, y profundizar es la simbolización que hicimos de ellos. Y eso nos puede cambiar la vida.

Puede ser, en el mejor de los casos, un camino de mucha liberación interior.

Algunos deciden revisar la propia historia para comprenderse, para aceptarse, para quererse más y mejor, para reconciliar, para sanar heridas, para simbolizar lo que no fue simbolizado, para nombrar lo que quedó sin palabras, para soltar, para vivir más en paz con uno mismo y salir más libre hacia el futuro.

Hay hechos que por su intensidad provocaron reacciones muy desde adentro. La vida ya no la encaré de la misma manera. Ante estos hechos muchas veces nos decimos a nosotros mismos como queremos vivir y hacemos opciones muy de fondo.


Si quisieras emprender este viaje te propongo lo siguiente:

Te pido que recorras el camino de tu vida y te quedes dónde aparecen algunos de estos hechos significativos. Volvé a ubicarte en ese lugar, identificate con la edad que tenías, visualizá la situación, qué fue lo que pasó, cómo te sentiste, y qué emergió como opción en vos. No intentes encontrar cosas elaboradas y reflexionadas, sino signos de algo que cambió muy desde adentro. Te puede ayudar el imaginarte ahora un diálogo con vos mismo entre quién sos actualmente y el que eras. Tratá de percibir como te sentís con las opciones que fuiste haciendo y te marcaron para el futuro.

Anotá todo en un cuaderno...