jueves, 19 de septiembre de 2013

Cuentame cómo vives...

-          ¿Estuviste ahí cuando murió?
 -           Si, estuve con él hasta su último suspiro, respondí.
-           ¿Y, cómo murió?
-      Mejor te contaré cómo vivió…

Este diálogo entre el Capitán Nathan Algren y el joven emperador de Japón hablando de Katsumoto, es el final de la película “El último Samurai”.

 Extraño y escalofriante es el último suspiro del viviente. El tiempo se detiene. Es un instante eterno. Lo irreversible teje una trenza con la calma. El llanto con la verdad que se impone. La incredulidad con lo evidente. La fragilidad y el límite te derriban con prepotencia. La muerte es parte de la vida. Inesperada, tajante, natural…
 
Si tuviera que elegir tres momentos para compartir con mis amigos diría: 1. El momento más feliz de su vida; 2. Un experiencia de la cual hablar mil años; 3. la muerte de un ser querido.

Hace poco, murió Luis, el padre de una gran amiga. Yo estaba de viaje y sentí profundamente no poder estar. Hice de todo para conectarme. La tecnología nos permite llegar a donde antes no llegábamos. De igual modo… la ausencia física no la podía superar.

 No pude reunirme con ellos para despedir a Luis. Reconocieron mi esfuerzo por estar y algunos días después pude darles un abrazo.

 Les pregunté ¿Cómo fue esa despedida? Y ellos me respondieron: “Lo hicimos a su manera” Lo despedimos tal como había vivido.

 Pienso que la manera de despedir a nuestros seres queridos habla mucho de cómo vivimos…

 ¿Cómo estás viviendo?
 
 
En memoria del Cholo, Ana, Matu, El Doc, Mili, El Griego, Nico, Luis...
 

 
Te dejo la escena de la película. http://www.youtube.com/watch?v=HWf6KvoGgAI

sábado, 27 de julio de 2013

El problema... es mío...

No es tan importante lo que han hecho de mi sino lo que yo he podido hacer con lo que han hecho de mí.

Al fin y al cabo... ¿Qué hago yo, con lo que el otro hace?


Tomando la idea de un tema de Arjona...
 

El problema no es lo que dices sino cómo me tomo lo que dices

 

El problema nos es que avances sino que yo no pongo límites

 

El problema nos es te enojes conmigo sino que yo creo que tienes razón.

 

El problema nos es que estés insatisfecho, sino que yo creo que debo colmar tus expectativas…

 

El problema no es que agredas… el problema es que permito que me lastimes.

 

El problema no es que me felicites… el problema es que creo que soy bueno por lo que hago…
 
 
Ayúdenme a completar la lista....

domingo, 23 de junio de 2013

Una y mil veces... siempre es novedad



Todos los ríos van al mar y los que no… se enferman en estanques protegidos.
 
 Nadie se baña dos veces en el mismo río, decía un filósofo de la antigüedad.
Escuché esta frase mil veces. Nunca había entendido su significado.
 
Soy de aquellos que escuchan cien veces la misma canción y se emocionan ciento una.
Soy de aquellos que ven mil veces la misma película y lloran las mil y una.
 
Sé como empieza, sé lo que sucede, sé cómo va a terminar… y aún así… me vuelvo a emocionar.

Una persona envejece cuando pierde la capacidad de conmoverse, cuando las cosas ya no lo sorprenden, cuando se blinda para que la vida no lo sacuda.
 
En la película “Tierra de Sombras” que protagonizan Anthony Hopkins y Debra Winger, hay un diálogo en la que ella le dice: “Creaste un mundo para que nada te tocara”.

 ¿Se han encontrado con personas que “saben todo” y ya nada los afecta? ¿Personas que miran por arriba, a cierta distancia de las cosas, explicando racionalmente lo que sucede y sintiéndose maduros porque han superado la instancia de sentir?
 
Cada tanto conozco personas que no han perdido la ingenuidad. Que conservan intacta la capacidad de sentir, de dejarse influenciar, abiertos a la experiencia, al intercambio, sin miedo a perder, con todo por ganar. Que se interesan genuinamente con las historias y vivencias de los otros. Que aceptan ser modificados en su manera de pensar y vivir. Que saben que no viven en la verdad absoluta y menos aún, saben que no son dueños ni de la más pequeña revelación por más sagrada que sea.
 
Son personas que no tienen miedo. Que abandonan el dogma por la fresca experiencia del vivir. No se relacionan desde los juicios sino que disfrutan de los relatos, se sumergen en ellos y salen salpicados, mojados, renovados. Ellos viven el encuentro cotidiano como una experiencia transformadora.
 
Celebro que mi amigo Juan relate su vida, de manera intensa, profunda, divertida, plena de sentido, como si cada día fuera para él una revolución copernicana.
Y, también,  me dio tristeza que alguno de sus más cercanos hayan dicho: “Esta película ya la vi.” Y se hayan retirado de esa fiesta sin un rasguño.
 
Personas como Juan, intuyen que no somos los mismos de un momento a otro. Que la vida tiene un dinamismo evolutivo. Que dejarse llevar por esa dinámica inevitable es lo que llaman: CRECER, bañarse cada día en la vida y darse cuenta que ese río, nunca es el mismo.
 
Dejate salpícar, deja que la vida te toque, disolvete y serás manantial fresco, que corre siempre nuevo, hacia el mar.
 
 




miércoles, 24 de abril de 2013

¿Cuál es tu lugar en el mundo?

Muchas veces he buscado en mi  interior algo que me ayude a volver, a encontrar las cosas más simples de la vida, aquellas que desde chico me asombraban y me llenaban de alegría. Esto me sucede porque me alejo de esas simples cosas, probablemente invadido por la vorágine diaria y la celeridad en la cual vivo y es así como poco a poco voy sintiendo una sensación de alejamiento de esos lindos momentos, nostalgia de simpleza y sencillez que tanto me reconfortaban.

Dejamos de ser nosotros cuando recibimos distracciones y hechos que nos perturban y es en ese momento, cuando ya saturados, empezamos a buscar algo motivador acorde a nuestros más profundos y sinceros sentimientos. Algo que nos devuelva la vida...

Fue así que luego de varios días de mucho trajín laboral y pocas horas de sueño o mal dormir y tratando de salir un poco de todo eso, encontré algo que realmente me permitía volver a tener esos momentos simples de sencillez, calidez y alegría.

Algo muy alejado e independiente de lo cotidiano: el “Fly Cast” o “pesca con mosca”, que mezcla la pesca de truchas con un poco o mucho de arte y naturaleza y, mucho más arte todavía, es la “pesca con mosca seca”.

De repente me encontré dentro de un río que corre fuerte sobre las piedras de su fondo formando una amplia y hermosa sinfonía de sonidos, rodeado de majestuosas montañas con distintos tipos de verdes y tonalidades que dependen de la época del año y con animales salvajes, dando forma al maravilloso escenario donde comenzamos a realizar nuestro “arte”. Digo arte porque no solo tiene que ver con esperar a que el pez muerda el anzuelo, luego sacarlo del río y devolverlo con el menor daño posible, sino que debemos principalmente estudiar el entorno, zambullirnos en las distintas variables que presenta el clima para poder comprenderlo, observar cada detalle sobre la superficie del río y todo ello sumado a la habilidad y experiencia que cada uno posee. Estas condiciones hacen que podamos disfrutar, disfrutar verdaderamente, no de la pesca en sí, sino de la grandeza que la naturaleza nos brinda en ese momento. Es un sentir profundo. Es retornar a las cosas más elementales que están muy arraigadas dentro de nosotros.

Quiero contarles que, si bien la pesca siempre me acompañó desde muy pequeño y fue para mí un espacio de intenso encuentro con la naturaleza, al igual que mi otra pasión “el yachting”, es en esta actividad donde encontré algo más que todo eso y creo que tiene que ver con la esencia de cada uno, los sentidos y el reencuentro con lo elemental. Encontrarse en medio de un río de nuestro sur acotado de montañas con rocas sobre su fondo con agua cristalina que corre y da vida y un viento frío rosando nuestra cara es una sensación única donde se agudizan los sentidos y se libera el alma. Podría decirse que hay momentos donde simplemente uno siente que ya no es alguien extraño a ese entorno: simplemente somos parte de él y de todo lo que nos rodea y que si saliéramos de ahí probablemente faltaría algo y el lugar ya no sería el mismo.

Es así como luego de sentir todo ese conjunto de sensaciones, caña en mano y mosca preparada, habiendo elegido la adecuada para la ocasión, entrego mis manos al río, lo siento y lo vivo, me mojo un poco la cara y busco el lugar preciso donde intuyo pueden estar comiendo las truchas. Observo cada detalle que me rodea con mucho detenimiento y cuidado; para no perderme nada, cada instante es un disfrute, cada vibración de mi mosca es una peligrosa tentación para la trucha y cada pequeño movimiento del agua una nueva sensación para mí.

Es muy agradable, muy reconfortante y espectacular como todos los sentidos se agudizan y se focalizan en una misma dirección. No hay distracciones, no hay ruidos fuera de lo natural, no hay nada que pueda interponerse entre mi objetivo y yo; soy mis sensaciones. Sólo reina un cálido momento de paz y espiritualidad que me llevan a la plenitud lo que estoy haciendo.

Siento, vivo, me miro y cada vez más me sumerjo en ese mundo. Me alejo del ruido, me acerco a mi mismo.

Luego de una hermosa jornada y llegando el atardecer, retorno a casa, destapo una buena botella de vino tinto y me siento a recordar cada momento de ese día donde la paz, la tranquilidad, la armonía, lo natural y elemental me envolvieron, lejos de toda distracción que pudiera perturbarme, lejos de todo ruido que impida conectarme con mis sentidos.
 
PD:  Como dice el Martin Fierro "a otros le brotan las coplas, como agua de manantial, pues a mi me pasa igual, aunque las mías de nada valen, de la boca se me salen, como ovejas del corral", con esta frase mi gran Amigo de San Pedro me acercó su vivencia. El texto es de él, y gracias a sus palabras, la experiencia que el vivió, ahora puede ser todos... Gracias Liso!!!