lunes, 3 de octubre de 2011

Navegando con mitos y leyendas

Colonia del Sacramento. 9:00 am. Camino por el espigón del puerto. El viento del este sopla suave. Hoy navegaré en el Bonanza. Un barco de madera de 1951. En el año 57 mi padre fue timonel de este barco. Muchos años después, yo tomaría el mismo timón. Posaría mi mano sobre el mismo trozo de madera y bronce.


Cabellos blancos disponen sus barcos para la regata. Hombres de más de 70 años. Barcos legendarios, navegantes que son un mito viviente. Los años se hicieron experiencia. Sus cuerpos aún los acompañan. La pasión por el viento permanece joven, fuerte, indestructible.

Estos barcos viejos no ocultan su edad. Con orgullo siguen atravesando olas, soportando tormentas, con la satisfacción de dominar el viento, y con la conciencia humilde de depender enteramente de él. Poderosos y vulnerables.

Soltamos las amarras. Izamos todas las velas. El Bonanza empezó a volar. Simplemente dejamos que fuera él mismo, haciendo aquello para lo que fue construido: “Devorar horizontes a merced de viento”.

Sentí una enorme fuerza al empuñar el timón. No se de donde vendría. Si de mi mano, de mi imaginación, o de alguna especie de confluencia entre pasado y futuro. La fuerza la sentí. Un profundo sentido se apoderó de todo mí ser, como si fuera una revelación, como si el mismo dedo de Dios me tocara.

El espíritu de un navegante vive eternamente en cada una de las maderas de los barcos donde fue su timonel.

Estos navegantes son los creadores del yachting en la Argentina. Yo estoy en medio de ellos respirando los orígenes, siendo parte de su evolución. Cual centinela de la mañana guardaré encendida la antorcha para las generaciones futuras. Les contaré sus historias y sus hazañas.

Diré: “Yo viví en tiempos del Cholo, de Mancho, Hormiga Negra, Potilo, El ciego, Mono, Alemán, Fana, El negro, Piedra, Robby, el sordo, Tobín, el nono, el inglés…

En los tiempos del Fjord, del Bonanza, del Condalino, del Baccarat, del Bagual, del Sancho, de la Pinta, del Ventarrón…






Yo empuñé el timón del Bonanza y ahora, como todos ellos, soy inmortal.