lunes, 23 de agosto de 2010

¡Nos sobran los motivos!

Me gusta ver en la gente sus expresiones de la cara. Muchas veces camino cerca de la estación de tren y presto especial atención a eso. Me impresiona ver que muchas de las expresiones son rígidas, duras, preocupadas, con el ceño fruncido, de enojo, fugaces, de desconfianza, concentradas resolviendo quien sabe qué enigma de su vida, miradas tristes sin rumbo y sin puerto donde hacerla descansar. Y así van… y así vamos, cada uno con la cara que puede llevar, con la expresión que a veces dice tanto pero tanto más esconde.

A mí me ayuda a tomar conciencia de la expresión que en cada momento llevo en mi rostro. Sin lugar a duda, el darme cuenta de eso me permite elegir que cara quiero poner.

Hago muecas para estirar los músculos. A veces los tengo duros, rígidos, poco elásticos. Los ejercito y los acomodo. Los despierto. Me asombro de su versatilidad. Los oxigeno. Les propongo más vida. Y les aseguro que con esta sencilla gimnasia facial el semblante se transforma.

Como una sorpresa, irrumpe una emoción diferente que acompaña ese nuevo semblante. Si elijo una cara alegre, risueña, por ejemplo, aparecen en mi cabeza recuerdos, razones, motivos, imágenes, que respaldan la risa y la alegría.

Me maravilla la conexión que hay entre mis pensamientos, mis emociones y mi cuerpo. Como un sistema articulado, como vasos comunicantes, como una conexión en red, como una piedra arrojada a un estanque, como una pluma que roza mi piel.

Todo lo que siento se refleja en mi cuerpo, todo lo que pienso me despierta una emoción. Pensamientos, emociones, postura del cuerpo están en permanente conversación.

Quisiera estar más atento a esto. Escuchar más a mi cuerpo. Dialogar más con mis emociones. Detectar los pensamientos que me atraviesan. De esta manera podré saber qué me pasa y elegir qué hacer con eso.

Les dejo un ejercicio muy sencillo pero de enorme valor para el autoconocimiento.

1. ¿Cuáles son los pensamientos que prevalecen en mí?
2. ¿Qué emociones me despiertan?
3. ¿Cómo se pone mi cuerpo cuando ellas me visitan?
4. ¿Qué comportamientos adopto frente a esto?
5. ¿Qué impacto genero en mi entorno con estos comportamientos?

Si pueden registrarlo en un cuaderno de Bitácora les será de mucha utilidad para elegir que hacer en el aquí y ahora, para comprender la propia historia y desarrollar para el futuro, una mejor versión de sí mismos.