viernes, 28 de mayo de 2010

Cuando las cosas no salen como yo esperaba…

Siempre que voy a hacer un trámite me falta un papel. El comprobante de pago del cuarto trimestre de hace dos años. Que la cuenta del banco no puede operar con cheques cruzados no a la orden. Que la nueva resolución impositiva te exige tal o cual requisito. Que se cayó el sistema justo el día de vencimiento. Y así… ustedes tendrán un rosario interminable de situaciones.

Pero, el punto no es hablar de trámites burocráticos sino del sentimiento de frustración que me invade cuando las cosas no salen como yo esperaba.

Cuando no recibo la respuesta que busco, cuando no alcanzo el objetivo que me propuse, cuando no logro dar en el clavo en la resolución de un conflicto, cuando me equivoco o se equivocan y salgo perjudicado, cuando no se abre tal o cual puerta para mi crecimiento…

Me enojo. Me frustro. Me amargo. Y a veces… no se qué hacer…

"Enquistarse en la soledad y la frustración, quejarse constantemente y continuamente de las desdichas y tragedias que nos acosan y no hacer absolutamente nada para modificar aquellas situaciones que nos angustian es un camino certero y seguro hacia la depresión.
Camino, por supuesto, que es recorrido a solas…"
Eric Fromm (psicoanalista y pensador alemán).


La frustración es el sentimiento que surge cuando no logramos nuestros deseos.
De acuerdo a la intensidad de la frustración y a nuestras propias características personales, reaccionamos con molestia, ansiedad, depresión, angustia, enojo, etc.

La base del problema no está en el dolor y la frustración que vivimos, sino en nuestra actitud ante ellos.

Actuamos como si el malestar y el sufrimiento pudieran acabar con nosotros. Y creemos que estas emociones no deben de ser parte de nuestra vida.

Tolerar la frustración significa poder enfrentar los problemas y limitaciones que tenemos a lo largo de la vida, a pesar de las molestias o incomodidades que nos causan.

La baja tolerancia a la frustración está relacionada con dos elementos:

1) Una percepción equivocada y exagerada de la situación que estamos viviendo.

2) La creencia de que es horrible vivir el malestar y no lo podemos ni queremos aguantar.

La poca tolerancia a la frustración provoca que, ante cualquier incomodidad, nos desmotivemos y abandonemos nuestras metas y proyectos. Que nuestros deseos pierdan importancia.

Esta falta de tolerancia está relacionada con las creencias que implican que mi vida debe de ser fácil, cómoda y placentera todo el tiempo.
Que es horrible e intolerable sufrir cualquier molestia que va más allá de cierto nivel de intensidad o de duración.

Creencias definitivamente erróneas, que nos impiden disfrutar de una gran parte de la vida.

¿Qué ideas y creencias me están atravesando y son las que me provocan frustración?

Nosotros elegimos el tipo de pensamientos que queremos tener, la conclusión a la que queremos llegar y, por lo tanto, la emoción que nos va a invadir.

Estoy convencido que la tolerancia a la frustración se puede desarrollar y podemos encontrar modos nuevos y creativos de enfrentar la realidad.


* Algunos textos son de Silvia Russek y el resto son míos.

2 comentarios:

Grace dijo...

hace poco en TV. conoci a una Sra. de la 4ºedad de 101 años a la cual le preguntaron ¿cual es el secreto
de su longevidad tan sana ?Ella respondio:DEJAR PARA MAÑANA LO QUE NO PUEDES HACER HOY!
nunca es tarde para empezar
besos GONZA

Anónimo dijo...

Para cerrar el ciclo gonchi...

Estuve a punto de hacerlo, y ahora no soy más que uno de los mechos que se preguntan por qué en algún momento no hicieron lo que habían pensado hacer.(...) no me acuerdo bien de lo que sentí al renunciar a mi impulso, pero era algo como una veda, el sentimiento de que si la trasgredía iba a entrar en un territorio inseguro. Y sin embargo creo que hice mal, que estuve al borde de un acto que hubiera podido salvarme. Salvarme de qué, me pregunto. Pero precisamente de eso: salvarme de que hoy no pueda hacer otra cosa que preguntármelo, y que no haya otra respuesta que el humo del tabaco y esa vaga esperanza inútil que me sigue por las calles como un perro sarnoso."

Julio Cortázar, de "El otro cielo"