viernes, 23 de abril de 2010

Más cerca... más lejos...


En el devenir de nuestra vida establecemos prioridades según nuestras creencias y valores. En la medida que podemos, le damos a esas prioridades, un tiempo, un lugar, una forma. No siempre comunicamos de manera explícita cuales son nuestras prioridades, pero de hecho las podemos identificar.

Hasta aquí, todo muy lindo.

El año empieza a correr y nos subimos al tren. Ponemos piloto automático y en diciembre decimos: ¡Cómo se fue el año!

Mientras todo vaya más o menos bien no nos preocupamos. Pero algo, de a poco, se va enfriando, lo dejamos de alimentar, las urgencias dirigen nuestras vidas, y por miedo a quedar mal, nos vamos olvidando de la importancia de nuestras creencias y valores.

Las urgencias ocupan más tiempo que las cosas importantes.


¿Por qué respondo a una urgencia antes que a una cosa importante?

- Porque no se decir que no
- Porque van a pensar mal de mí
- Mi imagen se ve amenazada y quiero conservarla intacta y en alza
- Porque no tolero la frustración
- Porque me hago cargo de cosas que le corresponden a otros
- Porque soy tremendamente autoexigente
- Porque reflexionar cómo vivo es encontrarme con una verdad que me asusta

Parece que muchos de nosotros nos empezamos a ocupar de algo cuando percibimos que está bajo amenaza. Esta conclusión a la que llego puede ser perfectamente rebatida, es opinable, pero no por eso, dejaré de compartirla.

En algún momento… lo importante empieza a hacernos reclamos en la ventanilla de atención al cliente…

- Me ocupé de las cosas de mis hijos… pero no de mis hijos
- Me ocupé de mi trabajo para darle todo a mis hijos que los terminan educando todos menos yo porque no estoy nunca.
- Me acordé de escuchar a todos pero dejé de escucharme en lo profundo del corazón.
- No recuerdo la última charla íntima con mi gran amigo
- Respondí a las necesidades de todos y desatendí totalmente las mías.
- Ah! ¿Y mi pareja?
- Dejé todo lo que me hacía bien…
- … sigan enumerando…

Citando a un notable poeta y canta autor, él se preguntaba: “¿Acaso no estamos viviendo de un modo equivocado los días que no tocaron en suerte?”

Se me ocurre formular la pregunta de otra manera y en sentido positivo:

¿Cuán cerca estás de aquello que soñaste para vos?

1 comentario:

Fernando Sanjurjo dijo...

Cuan cerca estoy de aquello que soñe para mi? Que responder no? No lo se, lo que se es que estoy tan cerca como para decir que no estoy lejos y tan lejos que permite seguir luchando para llegar.
Salud