miércoles, 12 de agosto de 2009

Dicen que la montaña es el camino que comunica al hombre con su Dios

Hay noticias que nunca quiero escuchar. Anoche escuché una de esas. “A todo nos llega. Ya es terminal.”
Los sentimientos y las emociones afloran y se amontonan. La razón pierde el control de todo. Tristeza por la futura pérdida, impotencia ante los límites, más respeto ante la vida, más conciencia de la muerte, la fragilidad del hombre, la fortaleza de su espíritu…

¿Valió la pena? ¿Querido amigo, te encontrará la muerte, vacío y solo, sin haber hecho lo suficiente?

Cada cual se hará las preguntas que le salten a la conciencia y evitará otras dejándolas detrás de los telones del gran escenario de la existencia.

Quizás algunos en estos momentos de cuenta regresiva aprovecharán para hacer un balance, para pedir perdón, para despedirse y agradecer.

Será un tiempo de pedir más morfina para el cuerpo y más caricias para el alma. Será una muerte vivida a cuerpo entero. Será partir hacia la vida compañero, a la plena realización de tus sueños… hacia la celebración eterna de tus glorias.

Serás acogido en las entrañas de la tierra que te llamó. Tierra a la que le diste todo. Tierra que te recordará por siempre.

Amigo y hermano te mando un abrazo. Te imagino sonriéndole a la vida cuando el Creador te llame para la entrega…

No perderé el tiempo en contar como moriste
Si me preguntan, hablaré de la pasión con la que viviste.
Amutuy… por el agreste vientre de tus bardas…
Seguirás cabalgando cual potro pehuenche…

…Me acordé de esta poesía…

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida.

Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas;
cuando planté rosales coseché siempre rosas.

… Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
más no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas.

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes!
¡Vida, estamos en paz!
Amado Nervo

4 comentarios:

Victoria de los pies desnudos dijo...

Me gusta el título que pusiste. A mí (mujer) también me conecta con mi Dios. O con esa parte sabia y serena de mí. Y entrar en esa profundidad, me eleva.
Qué bueno Nervo!

Anónimo dijo...

Muy bueno Amado Nervo, igual de bueno sería poder vivir así como él lo expresa y no como las personas "que viven como si nunca fueran a morir y que mueren como si nunca hubieran vivido"
Chau

Jack Smart dijo...

qué paradoja que se llame terminal a una enfermedad que lo lleve a uno hacia la eternidad... ¿no? abrazo, Jack

Maga Blanca dijo...

muy bueno jack