miércoles, 4 de noviembre de 2009

Estuve leyendo algo de Auspitz

Desde Descartes concebimos el mundo como una gran máquina, como mecanismo de relojería que sólo podrá ser conocido una vez que sean conocida cada una de las pequeñas partículas que lo constituyen. Esta poderosa metáfora ha guiado el pensamiento de la ciencia en los últimos tres siglos y ha permitido sorprendentes avances en algunos campos. La imagen mecanicista y fragmentada de la realidad, también ha regido el pensamiento en el área de los fenómenos humanos.

Hemos incorporado, de esta manera, una idea de ciencia ligada a conceptos como certeza, verdad, objetividad, neutralidad y absoluto…

Pero la ciencia está transitando cambios dramáticos. Sus nociones más básicas están siendo revisadas una por una.

- Einstein con la Teoría de la Relatividad
- Heisenberg con el Principio de Incertidumbre
- La segunda ley de la termodinámica
- La mecánica cuántica de Planck
- La teoría del caos y la flecha del tiempo de Prigogine
- Y otros nuevos ensayos y principios de comprensión de la realidad están haciendo trastabillar lo que hasta ahora se daba por sentado.


“El concepto de objetividad científica descansa sobre la idea de un mundo externo que está allá afuera, como opuesto a un yo que está aquí dentro. (Este modo de percibir, que pone a las demás personas allá afuera nos hace sentir muy solitarios acá dentro). De acuerdo con este punto de vista, la naturaleza, en toda su diversidad, está allá afuera. La tarea del científico es observar ese allá afuera tan objetivamente como fuera posible.

Observar algo objetivamente significa verlo como se mostraría ante un observador sin prejuicios sobre lo que observa. El problema que pasó desapercibido a lo largo de tres siglos, es que esa persona que tiene una tal actitud, está ciertamente prejuiciada. Su prejuicio es el de ser objetiva, es decir, el de no tener ninguna opinión preformada.

Es imposible no tener ninguna opinión.

La nueva física, la mecánica cuántica, nos dice claramente que no es posible observar la realidad sin cambiarla.
La mecánica cuántica, en oposición a la física newtoniana y a la metáfora de la realidad, nos propone nuevos paradigmas, nos invita a mirar la realidad de otra manera. […]
La evolución del paradigma científico (Fragmento) - Auspitz


Yo empecé a mirar con cierta desconfianza a aquellos que ostentaban tener la verdad absoluta sobre ciertas realidades. Esas personas me resultan inaccesibles. Tengo una clara imposibilidad para entrar en diálogo franco y sincero.

Yo quiero hablar desde adentro y ellos te hablan desde afuera. Yo intento hablar desde lo que percibo y ellos lo hacen desde conceptos. Yo intento abrir el juego y ellos no saben lo que es jugar. Yo propongo una relación en la que podamos intercambiar impresiones, sensaciones, puntos de vista, exponernos a la posibilidad de modificarnos mutuamente en el contacto y por el encuentro. Y ellos se cierran por miedo a sufrir cualquier modificación.

Para ellos lo diferente es una amenaza y lo que cambia: una traición.

Un adolescente cambia su pensamiento cuando abandona la niñez. ¿Traiciona así el adolescente al niño que fue? ¿O más bien le agradece y le rinde homenaje superándolo en sabiduría?

¿Qué significa crecer?

Napoleón decía: “Los sabios buscan la sabiduría; los necios piensan ya haberla encontrado.

Yo sigo buscando… abierto a los detalles más humanos, tan cambiantes e impredecibles, en asombro constante, atravesado por un fascinante misterio que no puedo ni quiero atrapar.

Tengo una sospecha. Para crecer hay que dejarse transformar. Los que lo deseen, los invito a buscar juntos y a dejarnos encontrar por la sabiduría.

Tengo la intuición de que ella, no vendrá de la mano de las verdades absolutas, sino revestida de la belleza más pura.

1 comentario:

Victoria dijo...

"hablan con la seguridad que da la ignorancia"...¿es de Borges? no me acuerdo, pero siempre me encantó esa frase.
Ah, las verdades absolutas. los dogmas absolutos. Los Ismos...que terminan haciendo cataclismos en las certezas...
Sus preguntas, sanjurjo, me hacen filosofar y querer seguir la charla hasta el infinito!
Pero al final, me digo, sólo sé que no sé nada..
Y a otra cosa, mariposa.