miércoles, 20 de octubre de 2010

La música que calma a las fieras…


No puedo dejar de reconocer el impacto que la música genera en mí. No sólo la instrumental sino también aquellas que poseen una lírica, que según el momento vital en el que me encuentre, me resultan más o menos inspiradoras.

La música me trae experiencias del pasado, sensaciones, olores, caras, emociones, concepciones de la vida, creencias… amores, desamores, ilusiones, desencantos, risas, llantos, vacíos, plenitudes, serenidad, alteración, claridad, confusión… para cada palabra tengo una canción…

La música también me proyecta al futuro, me inspira, me expande, me propone nuevos horizontes, me invita a salir de lo conocido, me abre posibilidades que hasta el momento no las había considerado, me renueva la fuerza para seguir, me acerca caminos aún no transitados, me dibuja sonrisas por cosas que aún no han sucedido…

La música describe mi presente. Le pone melodía a mis ideas, despliega acordes armónicos y disonantes, le pone nombre a mis emociones, me ayuda a comprenderme, a aceptarme, a perdonarme. La música me hace compañía, atraviesa recovecos recónditos, sondea abismos desconocidos, derrite los glaciares del alma, va puliendo aristas cortantes, la música tiene una enorme capacidad de contarme con agudeza aquello que late en mi alma.

La música cura mis heridas, las abraza, las acaricia como una suave brisa de verano.

La música me hace recuperar mi eje. Me devuelve a mi foco primordial.

La música es aliento vital que me libera de la angustia y me hace respirar profundamente.

lunes, 4 de octubre de 2010

Una muy buena idea... suscribo!

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