Podemos coincidir en los hechos que conforman una historia. Y podemos escribir mil historias diferentes a partir de los mismos hechos. Mucho depende de quién la cuente, y también, del significado que le atribuya a esos hechos.
No podemos modificar los acontecimientos. Podemos resignificarlos a la luz de nuevas experiencias, de nuevos paradigmas. Diferentes prismas de luz pueden atravesar los hechos y mostrarnos brillos jamás hasta ahora percibidos.
Si cambia la interpretación, cambia la historia.
En un equipo de trabajo Guadalupe contó que había quedado huérfana a los 5 años. Y una compañera dijo: “A mí me llega a pasar eso y me muero; creo que no hay nada peor”. Y Guadalupe le contestó: Sí, hay algo peor que eso. ¡Pensar que eso es lo peor! Porque entonces no hay salida. Ese hecho hizo de mi lo que soy ahora. Alguien independiente, que vive al día, a pleno. Porque sé que la vida termina. No dejo nada para mañana. Porque sé que para algunos, no hay un mañana. Tampoco me aferro al pasado, porque el pasado ya murió con la llegada del hoy.
La interpretación que hago de los hechos es lo que le da sentido a la historia. Y esa interpretación es única y personal.
La película: “Gran Pez” es un claro ejemplo esto. Hacer de los acontecimientos vividos, la mejor historia, aquella que tenga sentido para mí y para los míos.
En frase de Jean Paul Sartre: Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros.
Puedes quejarte toda la vida de aquellos acontecimientos que te han tocado vivir. Y no estarás equivocado...
- Porque mi padre fue así
- Porque mi madre esto otro
- Porque nunca recibí afecto
- Porque nadie me valoró
- Porque crecí bajo normas muy rígidas
- Porque pusieron sobre mi cabeza mucho peso
- Porque me infundieron demasiado miedo
- Porque me llenaron el corazón de culpa
- Porque no tuvimos dinero
- Porque siempre elegimos desde la carencia
- Porque no aprendí a pedir ayuda
- Porque…
Pero también puedes renovar el significado que en otro momento le diste.
Existe una historia en la cual a 3 personas se les repartió una serie de recursos. El que había recibido mucho, multiplicó lo recibido. Fue felicitado y gozó de una Gran Vida. Otro que había recibido menos también lo duplicó, fue felicitado y gozó de una Gran Vida; y el tercero, que recibió muy poquito, tuvo miedo y dejó las cosas tal cual las había recibido… Ese, tuvo una vida de perros… Se quejó todo el tiempo de lo poco que había recibido… no hizo nada para transformar su suerte…
Lo recibido es suficiente para empezar. Ahora, ¿qué quieres hacer con todo eso?
¿Te ha tocado un barco averiado? Repáralo y lánzate de una vez a vivir de verdad. A navegar en aguas profundas.
Puedes tener una Vida Grande o una de perros… tú eliges…
Si no sabes ¿cómo hacerlo? Ven y embárcate. Te contaré mi propia historia.
domingo, 7 de agosto de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Gonzalo, muy cierto lo que dices. De todos modos, a mí una vez me pasó literalmente lo del barco, tenía una pequeña embarcación que me quedó encallada. La gente de los hoteles en Huatulco me ayudó a moverla un poco, esto es en México, donde me varé. De todos modos me quedó destruida. En fin, un abrazo desde aquí.
Publicar un comentario