jueves, 15 de julio de 2010

Del hombre de Neardental al homo emotionis

En muchas ocasiones me descubrí entendiendo las cosas, comprendiendo lo que sucedía. Me doy cuenta que mi abordaje a la realidad se da por medio del proceso cognitivo. Leo, estudio, veo, escucho y digo… ya entendí. Me cae la ficha de la comprensión y se me hace la luz.

Pero eso es sólo una parte. Una pequeña parte.

Cuando quiero poner en práctica aquello que entendí no siempre obtengo buenos resultados. Y digo, ¡Pero, si lo sabía!

Cuando entiendo que tengo que tomar tal o cual decisión, por ejemplo, a la hora de ejecutarla, me invaden muchos sentimientos y emociones. El miedo, la tensión, la angustia, la inseguridad, la duda, el vértigo. Esas emociones retrasan la toma de esta decisión.

Cuando entiendo qué es lo que le pasa a esa persona, armo mi charla de acuerdo a lo que quiero decirle. Pero al momento de estar cara a cara, se me cruzan mil otros pensamientos, y un torbellino de emociones que hacen que mis líneas aparezcan sinuosas en el papel de mi memoria.

Y cuando tenés que hablar con tu jefe para plantearle una necesidad que para vos es fundamental…
Y cuando tenés que enfrentar a tus viejos para decirles que no querés ser abogado como tu abuelo, tu padre y tus tíos…
Y cuando tenés que contar algo que realmente te avergüenza pero necesitás hacerlo para liberarte de ese peso…
Y cuanto tenés que decirle a tu pareja que no te sentís valorado o tenido en cuenta…
Y cuando es importante llorar delante de tus hijos…
Y cuando querés decirle a alguien que lo amás profundamente y te ahogás…
Y cuando…

Una cosa es entender y saber lo que hay que hacer, y otra cosa es desarrollar la capacidad para accionar asertivamente. Aquí es donde toman cuerpo las habilidades emocionales. ¡Qué importante sería desarrollar estas habilidades para tenerlas como aliadas, confidentes, amigas y compañeras; y no, como enemigas de mí mismo! ¿No?

La capacidad de tolerar la frustración, tolerar la incertidumbre, convivir con cuestiones abiertas, aceptar y tolerar las tensiones, tienen que ver más con las habilidades emocionales que con las intelectivas.

Cada vez me doy más cuenta de la importante de desarrollar las diversas inteligencias. No sólo la cognitiva, tan trabajada que la tengo, sino también, la inteligencia emocional, la artística, la lingüística, la social, la capacidad de gestionar relaciones, la de expresar sentimientos, la inteligencia para autoconocerse, la habilidad de empatizar, entre otras.

Nos ha crecido mucho la cabeza. Se ha desarrollado poco el corazón. La emoción es una fuerza vital que lleva a la acción. Taparla, nos quita fuerza. Nos perdemos de la rica información que nos traen del fondo de nuestro ser. Por el miedo a perder el control, nos sentamos encima de ellas para que nos salgan. Terminamos exhaustos y no sabemos porqué.

Me gusta pensarme y cada vez más, me gusta sentirme… hay una enorme riqueza que aún no he descubierto. La quiero soltar, liberar, darle permiso para expandirse plenamente.




La idea de este título surgió en una charla con un navegante amigo de San Pedro.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Muy bueno, la verdad es que el hombre este de las cavernas está ahí y hay que pulirlo o ensañarle nuevos conceptos, porque seguro está deseoso de aprender.
Muy bueno!
Abrazos!
Lisandro

maga Blanca dijo...

Bienvenida la Fiebre!