En los años que llevo de acompañamiento a las personas en sus procesos vitales hay un tema que siempre aparece en la conversación: el esfuerzo que hacen para demostrar cuán valiosos son como personas.
Esfuerzo que muchas veces los lleva a apartarse de su propio centro. Los aleja de su fuente interior. Se agotan. Se autodestruyen. Quedan vacíos. Se traicionan. Pagan un alto precio por demostrar algo que no tiene precio.
Al no percibirse como dignos de ser buscan la dignidad en el hacer. Tratan de justificar su existencia haciendo, produciendo, generando, batiendo records, haciendo alarde, en definitiva, buscando afuera lo que adentro no late ni resuena.
Así es como la propia estima busca fortaleza en cosas muy efímeras. Cosas que duran un instante y se escurren entre las manos. La persona siente el abismo y el vacío porque en todo momento está en juego su valor como persona, como padre o madre, como esposo, como profesional, como amigo. Todo el tiempo se está rindiendo examen.
¡Cuánta tensión! ¡Cuánta insatisfacción!
Nada nos llena. Ni los reconocimientos ni los aplausos…
¿Cómo iniciar un camino de auto validación, de auto valoración?
Lo que les puedo asegurar es que si lo hacen, se les notará en la cara algún destello de paz interior…
miércoles, 31 de marzo de 2010
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