lunes, 29 de diciembre de 2014

Incertidumbre: Gloria y Drama del Emprendedor


“La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar”
Mario Vargas Llosa

¿Querés emprender y tenés miedo? ¿Sos emprendedor y sufrís la incertidumbre?




 Bienvenido a la más cruda y fascinante experiencia humana.

El futuro es como el mar. Nunca sabés qué cosas acercará a tu orilla cada mañana. Algunos desean el amanecer con esperanza y otros atraviesan la noche con angustia.

Describimos como incertidumbre a todo aquello de lo que no tenemos certeza, o al menos algún signo para caminar por terrenos firmes, previsibles, esperados.

La incertidumbre es fuente de miedos y ansiedades. Es la inquietante idea de que no importa cuán bien analizás y te preparás para una situación: siempre hay un elemento que se escapa de tus manos. Esta percepción vulnera la posibilidad de sentirte en control de tu vida, de la de los otros, y de todo lo que sea significativo para vos. Y cuando te sentís fuera de control en tu vida, la ansiedad te arrastra hacia esfuerzos frenéticos por volver a recuperar la ilusión de control total. Remarco: “ilusión de control”.

No controlamos nada. Te podés enojar con esto. Lo entiendo. Aunque sabés, en el fondo, qué es así. La ilusión de omnipotencia nos atraviesa. Pero es sólo una ilusión.

La realidad es una maestra tan eficiente como implacable: se encarga de refregarnos en la cara, el hecho de que no es posible tener certezas, y sufrimos ansiedad, miedo, angustia.

Las personas que se aferran a la idea de controlar todo, viven muy infelices. No podés controlar tu cuerpo, no podés controlar al otro en una relación, los líderes no pueden controlar a sus equipos y mucho menos, un gobierno a sus habitantes.

La ansiedad por querer tener todo bajo control nos deja infelices, insatisfechos, enojados, tensos, exigentes, frustrados, violentos. Aspiramos a tener un nivel de control que nos permita no sufrir frente a lo nuevo, distinto, imprevisible, por lo que no se ajusta a nuestras expectativas, por miedo a perder lo que tengo, a no conseguir lo que deseamos… Y, ¿cómo terminamos? ME – DI – CA –DOS. Y nos mandan a meditar, respirar, hacer deporte, nadar, distraernos, etc. (Ojo, Apruebo, apoyo, fomento y prescribo estas cosas; aunque las considero complementos de un cambio interior… y ahora que releeo, hasta pueden provocar ese cambio).

Entonces… ¿no se puede hacer nada? ¿Caminamos hacia la resignación?

No es cierto que no sepamos nada de lo que ocurrirá, y sí es cierto que no controlamos todo.

Aceptar es la clave… y también…


1.      Podés influenciar, y protagonizar, podés generar condiciones para favorecer que las cosas sucedan…
2.      Podés desarrollar la autoconfianza en la capacidad de resolver lo que se vaya presentando. De hecho, seguro tenés mucha evidencia de haber atravesado mil situaciones sin saber cómo iban a terminar y hemos llegado a buen puerto, o al mejor de los puertos.
3.      Podés preguntarte: ¿Incertidumbre respecto de qué? Al menos, a mí me sirve para saber en concreto qué es lo que despierta mi ansiedad, o mi miedo. Identificarlo para gestionarlo mejor, desenmascarar al enemigo y mirarlo de frente.
4.      Podés desarrollar la conciencia y el registro de lo que están pensando para frenar en tu mente la construcción de escenas apocalípticas.
5.      Podés hacer memoria de las veces que imaginaste lo peor y jamás sucedió.
6.      Podés meditar este mantra: “Este presente, es aquel futuro que en el pasado me daba tanto miedo…”
7.      Podés meditar, respirar, nadar, hacer deporte, armar rompecabezas, bailar, cantar…

Creo que el desafío del desarrollo de una persona está en aumentar su grado de conciencia para detectar cómo está, qué está pensando y sintiendo en el aquí y ahora de su existencia; despertar habilidades, diseñar acciones y consolidar comportamientos que nos acerquen a lo que queremos ser y a cómo queremos vivir.


Saber qué es, en concreto, lo que te está generando ansiedad, inquietud, miedo, desconfianza, te permite acercarte a eso que vivís como incertidumbre. De esa manera podrás ser protagonista de tus decisiones y empezar a vivir en paz el acontecer humano en medio de tus circunstancias. 



Publicado por el Diario La Nación en 21 de diciembre de 2014

sábado, 29 de noviembre de 2014

Del Discurso a la Vivencia

¡Dejá, no te molestes!
¡Yo me arreglo!
No te compliques, después veo como hago.
Está bien, yo puedo. Andá.
 Estas son algunas frases que describen la imposibilidad que tienen algunas personas por dejarse ayudar.

Algunos no soportan que los cuides, que los llenes de regalos, que les demuestres cuánto los querés.

Creen que deben retribuir lo recibido entonces prefieren no recibir.
Creen que quedan en deuda.
Creen que son inferiores si no pueden resolverlo solos.
Se sienten incómodos si incomodan al otro.

¿Tanto miedo tenés a que te amen en serio?
¿O es miedo a ser rechazado cuando salgas vulnerable a pedir ayuda?
¿Tenés miedo de quedarte sin aire al descubrir la mezquina medida de tu amor?

¿Tenés alguna experiencia de amor sin límites o sólo teorías acerca de esto?

Si te pregunto sobre el arte me contarás acerca del Renacimiento, Leonardo, Miguel Ángel y Rafael pero nunca sentiste el olor del fresco de la Capilla Sixtina.
Si te pregunto acerca de la guerra me contarás acerca de los documentales que reviven la Segunda gran Guerra pero jamás sostuviste la cabeza de tu amigo que se desangra en la trinchera.
Si te pregunto acerca del amor me podrás recitar de memoria los sonetos de Shakespeare pero jamás tu alma estuvo  desnuda y vulnerable delante de un amigo…

Sufrimiento + soledad
Angustia + soledad
Desamparo + soledad
Vacío + soledad
Soledad + soledad
No considero que sean ecuaciones con resultados positivos…

Estas personas no pueden creer, ni entender ni aceptar, que el otro quiera ser inmensamente generoso con sus cosas, con sus tiempos, con su vida.
La entrega sin condiciones es una experiencia inaceptable para corazones tan pequeños, miedosos, inseguros, que han transformado la carencia de amor en autosuficiencia.

Dejame hacer por vos lo que ni vos harías por vos mismo.
Dejame quedarme a tu lado despierto hasta el amanecer aunque mañana tenga que trabajar
Dejame escucharte aunque no tenga nada para decirte
Dejame viajar 8 horas sólo para abrazar 15 minutos el dolor profundo que llevas
Dejame sostener tu cabeza aunque sea en vano mi esfuerzo
Dejame estar del otro lado de puerta secando tus lágrimas de angustia aunque ni sepas que estoy ahí.
Dejame llorar tu dolor y tu angustia aunque no haya remedio
Dejame morir al lado tuyo aunque no haya vida después de este tiempo finito.
Dejame acompañar tu soledad aunque sea un vacío oscuro, sin sentido, y poblado de aullidos que estremecen

No pongas límites a la expresión de mi generosidad.

Dejá que un amor incompresible y sin límites te haga estallar el alma y le enseñe a tu corazón lo que es tocar lo inaccesible,  lo inabarcable, insondable e insoportable experiencia de amor incondicional.


miércoles, 1 de enero de 2014

Pedro y Francisco, cada uno a su medida


¿Cuál es la medida de Pedro se pregunta Tito? Y, ¿cuál, la de Francisco?

Pedro es mayor que Francisco, apenas un año. La contextura física de Francisco es robusta, sólida, maciza.
La de Pedro, en cambio, es… según diagnóstico médico, osteogénesis imperfecta de grado II, llamada también “huesos de cristal”.

Es muy raro que alguien con la enfermedad en ese grado pueda vivir. Pedro ya superó los 7 años. Cada día es un milagro.

Pedro y Francisco compiten, como todos los niños. Francisco te empuja con fuerza y es capaz de romperte algo, Pedro en cambio… se rompe todo. Pedro se rompe. Pero hace unos pocos meses… empezó a caminar sin silla, ni andador ni bastones. Pedro es un valiente, soñador, idealista. ¡Quiere jugar en los Pumas! Los hombres de negro están que tiemblan.

¿Cómo desarrollar a Francisco? ¿De que manera, qué pedagogía utilizar para que Francisco despliegue todo su potencial?

¿Haríamos lo mismo con Pedro?

¿Qué sería para Pedro, desplegar todo su potencial? ¿Qué tengo que mirar y valorar, apreciar y celebrar como logros y progresos en la vida de Pedro?

Sería una catástrofe transpolar las pedagogías.

Tito y María, los padres de Pedro y Francisco lo saben… la tienen bien clara. Por eso, sin negar lo evidente, Pedro es un hijo más, que es mirado de manera única, original y especial, como lo es Milagros, Agustina, Francisco, Clara, Juan y Lucas…

Cada uno tiene su propia medida, y la grandeza de los padres es descubrirla y facilitar el desarrollo de cada uno… eso se llama amor, amor sin condiciones, dejar que cada uno venga a contar su propia historia y a elegir su propio camino de plenitud.

¿Cuál es tu medida? La comparación puede resultar inapropiada, incluso destructiva.

Descubrir, crear y personalizar la medida de cada uno, es una exigencia imperiosa del amor.



jueves, 19 de septiembre de 2013

Cuentame cómo vives...

-          ¿Estuviste ahí cuando murió?
 -           Si, estuve con él hasta su último suspiro, respondí.
-           ¿Y, cómo murió?
-      Mejor te contaré cómo vivió…

Este diálogo entre el Capitán Nathan Algren y el joven emperador de Japón hablando de Katsumoto, es el final de la película “El último Samurai”.

 Extraño y escalofriante es el último suspiro del viviente. El tiempo se detiene. Es un instante eterno. Lo irreversible teje una trenza con la calma. El llanto con la verdad que se impone. La incredulidad con lo evidente. La fragilidad y el límite te derriban con prepotencia. La muerte es parte de la vida. Inesperada, tajante, natural…
 
Si tuviera que elegir tres momentos para compartir con mis amigos diría: 1. El momento más feliz de su vida; 2. Un experiencia de la cual hablar mil años; 3. la muerte de un ser querido.

Hace poco, murió Luis, el padre de una gran amiga. Yo estaba de viaje y sentí profundamente no poder estar. Hice de todo para conectarme. La tecnología nos permite llegar a donde antes no llegábamos. De igual modo… la ausencia física no la podía superar.

 No pude reunirme con ellos para despedir a Luis. Reconocieron mi esfuerzo por estar y algunos días después pude darles un abrazo.

 Les pregunté ¿Cómo fue esa despedida? Y ellos me respondieron: “Lo hicimos a su manera” Lo despedimos tal como había vivido.

 Pienso que la manera de despedir a nuestros seres queridos habla mucho de cómo vivimos…

 ¿Cómo estás viviendo?
 
 
En memoria del Cholo, Ana, Matu, El Doc, Mili, El Griego, Nico, Luis...
 

 
Te dejo la escena de la película. http://www.youtube.com/watch?v=HWf6KvoGgAI

sábado, 27 de julio de 2013

El problema... es mío...

No es tan importante lo que han hecho de mi sino lo que yo he podido hacer con lo que han hecho de mí.

Al fin y al cabo... ¿Qué hago yo, con lo que el otro hace?


Tomando la idea de un tema de Arjona...
 

El problema no es lo que dices sino cómo me tomo lo que dices

 

El problema nos es que avances sino que yo no pongo límites

 

El problema nos es te enojes conmigo sino que yo creo que tienes razón.

 

El problema nos es que estés insatisfecho, sino que yo creo que debo colmar tus expectativas…

 

El problema no es que agredas… el problema es que permito que me lastimes.

 

El problema no es que me felicites… el problema es que creo que soy bueno por lo que hago…
 
 
Ayúdenme a completar la lista....

domingo, 23 de junio de 2013

Una y mil veces... siempre es novedad



Todos los ríos van al mar y los que no… se enferman en estanques protegidos.
 
 Nadie se baña dos veces en el mismo río, decía un filósofo de la antigüedad.
Escuché esta frase mil veces. Nunca había entendido su significado.
 
Soy de aquellos que escuchan cien veces la misma canción y se emocionan ciento una.
Soy de aquellos que ven mil veces la misma película y lloran las mil y una.
 
Sé como empieza, sé lo que sucede, sé cómo va a terminar… y aún así… me vuelvo a emocionar.

Una persona envejece cuando pierde la capacidad de conmoverse, cuando las cosas ya no lo sorprenden, cuando se blinda para que la vida no lo sacuda.
 
En la película “Tierra de Sombras” que protagonizan Anthony Hopkins y Debra Winger, hay un diálogo en la que ella le dice: “Creaste un mundo para que nada te tocara”.

 ¿Se han encontrado con personas que “saben todo” y ya nada los afecta? ¿Personas que miran por arriba, a cierta distancia de las cosas, explicando racionalmente lo que sucede y sintiéndose maduros porque han superado la instancia de sentir?
 
Cada tanto conozco personas que no han perdido la ingenuidad. Que conservan intacta la capacidad de sentir, de dejarse influenciar, abiertos a la experiencia, al intercambio, sin miedo a perder, con todo por ganar. Que se interesan genuinamente con las historias y vivencias de los otros. Que aceptan ser modificados en su manera de pensar y vivir. Que saben que no viven en la verdad absoluta y menos aún, saben que no son dueños ni de la más pequeña revelación por más sagrada que sea.
 
Son personas que no tienen miedo. Que abandonan el dogma por la fresca experiencia del vivir. No se relacionan desde los juicios sino que disfrutan de los relatos, se sumergen en ellos y salen salpicados, mojados, renovados. Ellos viven el encuentro cotidiano como una experiencia transformadora.
 
Celebro que mi amigo Juan relate su vida, de manera intensa, profunda, divertida, plena de sentido, como si cada día fuera para él una revolución copernicana.
Y, también,  me dio tristeza que alguno de sus más cercanos hayan dicho: “Esta película ya la vi.” Y se hayan retirado de esa fiesta sin un rasguño.
 
Personas como Juan, intuyen que no somos los mismos de un momento a otro. Que la vida tiene un dinamismo evolutivo. Que dejarse llevar por esa dinámica inevitable es lo que llaman: CRECER, bañarse cada día en la vida y darse cuenta que ese río, nunca es el mismo.
 
Dejate salpícar, deja que la vida te toque, disolvete y serás manantial fresco, que corre siempre nuevo, hacia el mar.
 
 




miércoles, 24 de abril de 2013

¿Cuál es tu lugar en el mundo?

Muchas veces he buscado en mi  interior algo que me ayude a volver, a encontrar las cosas más simples de la vida, aquellas que desde chico me asombraban y me llenaban de alegría. Esto me sucede porque me alejo de esas simples cosas, probablemente invadido por la vorágine diaria y la celeridad en la cual vivo y es así como poco a poco voy sintiendo una sensación de alejamiento de esos lindos momentos, nostalgia de simpleza y sencillez que tanto me reconfortaban.

Dejamos de ser nosotros cuando recibimos distracciones y hechos que nos perturban y es en ese momento, cuando ya saturados, empezamos a buscar algo motivador acorde a nuestros más profundos y sinceros sentimientos. Algo que nos devuelva la vida...

Fue así que luego de varios días de mucho trajín laboral y pocas horas de sueño o mal dormir y tratando de salir un poco de todo eso, encontré algo que realmente me permitía volver a tener esos momentos simples de sencillez, calidez y alegría.

Algo muy alejado e independiente de lo cotidiano: el “Fly Cast” o “pesca con mosca”, que mezcla la pesca de truchas con un poco o mucho de arte y naturaleza y, mucho más arte todavía, es la “pesca con mosca seca”.

De repente me encontré dentro de un río que corre fuerte sobre las piedras de su fondo formando una amplia y hermosa sinfonía de sonidos, rodeado de majestuosas montañas con distintos tipos de verdes y tonalidades que dependen de la época del año y con animales salvajes, dando forma al maravilloso escenario donde comenzamos a realizar nuestro “arte”. Digo arte porque no solo tiene que ver con esperar a que el pez muerda el anzuelo, luego sacarlo del río y devolverlo con el menor daño posible, sino que debemos principalmente estudiar el entorno, zambullirnos en las distintas variables que presenta el clima para poder comprenderlo, observar cada detalle sobre la superficie del río y todo ello sumado a la habilidad y experiencia que cada uno posee. Estas condiciones hacen que podamos disfrutar, disfrutar verdaderamente, no de la pesca en sí, sino de la grandeza que la naturaleza nos brinda en ese momento. Es un sentir profundo. Es retornar a las cosas más elementales que están muy arraigadas dentro de nosotros.

Quiero contarles que, si bien la pesca siempre me acompañó desde muy pequeño y fue para mí un espacio de intenso encuentro con la naturaleza, al igual que mi otra pasión “el yachting”, es en esta actividad donde encontré algo más que todo eso y creo que tiene que ver con la esencia de cada uno, los sentidos y el reencuentro con lo elemental. Encontrarse en medio de un río de nuestro sur acotado de montañas con rocas sobre su fondo con agua cristalina que corre y da vida y un viento frío rosando nuestra cara es una sensación única donde se agudizan los sentidos y se libera el alma. Podría decirse que hay momentos donde simplemente uno siente que ya no es alguien extraño a ese entorno: simplemente somos parte de él y de todo lo que nos rodea y que si saliéramos de ahí probablemente faltaría algo y el lugar ya no sería el mismo.

Es así como luego de sentir todo ese conjunto de sensaciones, caña en mano y mosca preparada, habiendo elegido la adecuada para la ocasión, entrego mis manos al río, lo siento y lo vivo, me mojo un poco la cara y busco el lugar preciso donde intuyo pueden estar comiendo las truchas. Observo cada detalle que me rodea con mucho detenimiento y cuidado; para no perderme nada, cada instante es un disfrute, cada vibración de mi mosca es una peligrosa tentación para la trucha y cada pequeño movimiento del agua una nueva sensación para mí.

Es muy agradable, muy reconfortante y espectacular como todos los sentidos se agudizan y se focalizan en una misma dirección. No hay distracciones, no hay ruidos fuera de lo natural, no hay nada que pueda interponerse entre mi objetivo y yo; soy mis sensaciones. Sólo reina un cálido momento de paz y espiritualidad que me llevan a la plenitud lo que estoy haciendo.

Siento, vivo, me miro y cada vez más me sumerjo en ese mundo. Me alejo del ruido, me acerco a mi mismo.

Luego de una hermosa jornada y llegando el atardecer, retorno a casa, destapo una buena botella de vino tinto y me siento a recordar cada momento de ese día donde la paz, la tranquilidad, la armonía, lo natural y elemental me envolvieron, lejos de toda distracción que pudiera perturbarme, lejos de todo ruido que impida conectarme con mis sentidos.
 
PD:  Como dice el Martin Fierro "a otros le brotan las coplas, como agua de manantial, pues a mi me pasa igual, aunque las mías de nada valen, de la boca se me salen, como ovejas del corral", con esta frase mi gran Amigo de San Pedro me acercó su vivencia. El texto es de él, y gracias a sus palabras, la experiencia que el vivió, ahora puede ser todos... Gracias Liso!!!