miércoles, 1 de enero de 2014

Pedro y Francisco, cada uno a su medida


¿Cuál es la medida de Pedro se pregunta Tito? Y, ¿cuál, la de Francisco?

Pedro es mayor que Francisco, apenas un año. La contextura física de Francisco es robusta, sólida, maciza.
La de Pedro, en cambio, es… según diagnóstico médico, osteogénesis imperfecta de grado II, llamada también “huesos de cristal”.

Es muy raro que alguien con la enfermedad en ese grado pueda vivir. Pedro ya superó los 7 años. Cada día es un milagro.

Pedro y Francisco compiten, como todos los niños. Francisco te empuja con fuerza y es capaz de romperte algo, Pedro en cambio… se rompe todo. Pedro se rompe. Pero hace unos pocos meses… empezó a caminar sin silla, ni andador ni bastones. Pedro es un valiente, soñador, idealista. ¡Quiere jugar en los Pumas! Los hombres de negro están que tiemblan.

¿Cómo desarrollar a Francisco? ¿De que manera, qué pedagogía utilizar para que Francisco despliegue todo su potencial?

¿Haríamos lo mismo con Pedro?

¿Qué sería para Pedro, desplegar todo su potencial? ¿Qué tengo que mirar y valorar, apreciar y celebrar como logros y progresos en la vida de Pedro?

Sería una catástrofe transpolar las pedagogías.

Tito y María, los padres de Pedro y Francisco lo saben… la tienen bien clara. Por eso, sin negar lo evidente, Pedro es un hijo más, que es mirado de manera única, original y especial, como lo es Milagros, Agustina, Francisco, Clara, Juan y Lucas…

Cada uno tiene su propia medida, y la grandeza de los padres es descubrirla y facilitar el desarrollo de cada uno… eso se llama amor, amor sin condiciones, dejar que cada uno venga a contar su propia historia y a elegir su propio camino de plenitud.

¿Cuál es tu medida? La comparación puede resultar inapropiada, incluso destructiva.

Descubrir, crear y personalizar la medida de cada uno, es una exigencia imperiosa del amor.